Ellos dicen defender los valores de la familia dominicana. Amparándose en la tradición, repelen cualquier cosa que se apellide género porque entienden que es usado por las feministas para acabar con el matrimonio y la procreación.
Desde esa errada óptica el Ministerio de Salud decidió suspender el programa que impartía el Departamento de Igualdad y Equidad de Género a los adolescentes para orientarlos en torno al noviazgo saludable y libre de violencia.
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Enojados con la frase “hombre/mujer no nacen, se hacen”, muchos asumieron que se hablaba de homosexualidad en las aulas cuando era sobre la conducta que se nos ha impuesto culturalmente según el sexo con el que nacimos.
Ese programa sí busca acabar con la familia tradicional dominicana pero es con esa que se ha sustentado en valores machistas y en relaciones desiguales en las que el hombre tiene el poder de decisión y la mujer, sumisa, debe soportar todo.
No olvidemos que la familia tradicional, lejos de la que existe en el imaginario de las autoridades, es la de un hombre con queridas y hasta hijos en la calle, mujeres maltratadas soportando en silencio o madres solteras echando hacia adelante a sus hijos. Las familias sanas nunca han sido la mayoría. Por eso se requiere educar.