¿Cambio del modelo o de las políticas económicas?

¿Cambio del modelo o de las políticas económicas?

RAMÓN NÚÑEZ RAMÍREZ
Los denominados grupos populares o sociales están coincidiendo con el principal partido político de oposición, en el sentido de rechazar el actual «modelo económico» o las políticas económicas; justamente las que han permitido sacar al país del desastre y retomar el camino de las altas tasas de crecimiento con estabilidad en los precios.

Hablar de un modelo económico para naciones como la nuestra es excesivamente presuntuoso, más bien trátase de recetas dictadas en la mayoría de los casos por organismos multilatelares. Pero independiente de que un país se encuentre o no bajo la sombrilla de un programa con el FMI, es evidente que el adecuado funcionamiento de una macroeconomía se sustenta, independiente de los factores externos que pesan, en la simple receta de la disciplina fiscal y monetaria y la perfecta armonía entre dichas políticas.

En la pasada administración frente a una expansión del gasto publico, estimulado entre otros factores por la inyección de mil cien millones de dólares en bonos soberanos, debió aplicarse una política monetaria restrictiva para minimizar el impacto negativo de la expansión del gasto en momentos en los cuales la economía estaba en declive. No se actuó en consecuencia y el inicio del deslizamiento de la tasa de cambio, conjuntamente con la erosión de la confianza en esa administración, provocó una estampida de capitales por parte de los agentes económicos tratando en algunos casos de reducir sus pasivos en dólares.

La ruptura del equilibrio macroeconómico afectó a las empresas con deudas en dólares y a una buena parte del sector financiero, es innegable, pero el impacto fue demoledor en los bancos con préstamos en mora a vinculados, gastos excesivos, pérdidas acumuladas, sobregiros y pagos de altas tasas de interés para captar más depósitos y seguir retroalimentando una hoja de balances insostenible. Esos bancos fraudulentamente manejados fueron los únicos que colapsaron y la forma torpe e ilegal cómo ese gobierno y sus asesores actuaron, los mismos que hoy critican políticas económicas sensatas, provocaron la peor crisis económica en la historia reciente del país.

Esta administración aplicó la medicina correcta, disciplina fiscal y monetaria, perfecta coordinación entre esas políticas y un estricto compromiso con el cumplimiento de todas las metas y acciones dentro de las reformas estructurales en el programa con el FMI. Los resultados: caída de la inflación, reducción y estabilización del tipo nominal de cambio, descenso de las tasas de interés, mejoría de la clasificación riesgo país, metas que unidas al elevado de nivel de confianza de los sectores empresariales y los inversionistas extranjeros ha permitido lograr altas tasas de crecimiento del PIB con absoluta estabilidad, a pesar del choque petrolero.

Cuando los grupos denominados sociales o populares reclaman un cambio del modelo, están desconociendo la importancia del mantenimiento de un ambiente de estabilidad. Como requisito fundamental para que las actividades económicas aumenten y donde realmente esos grupos debían enfocar sus cañones es en exigir políticas públicas dirigidas a incrementar el gasto social y procurar una redistribución del ingreso. No es cambiar el modelo o las políticas económicas, es en todo caso cambiar las políticas sociales para garantizar que la estabilidad y el crecimiento beneficien a los más pobres y contribuyan a reducir la brecha.

En cuanto al PRD y sus voceros, algunos asesores económicos de la pasada administración, es obvio que la crítica a la actual política y los permanentes pronósticos, a veces con fechas especificas, de catástrofes y cataclismos, han perseguido desde el mismo 17 de agosto del 2004 erosionar los elevados niveles de confianza en las autoridades y por supuesto tratar vanamente de tender un manto de olvido sobre una gestión que fue responsable del retroceso en una década y de la incorporación de 1.3 millones de dominicanos a las filas de los pobres extremos. Ciertamente han llegado lejos en ese laborantismo, intentando cuestionar las cifras del Banco Central, insultando al equipo económico y al Presidente, así como criticando los diagnósticos y elogios de los organismos multilaterales, como el FMI, así como las clasificadoras internacionales de riesgo país, sin embargo la pobre credibilidad de estos señores y la permanencia en la memoria colectiva del desastre ha impedido que la conspiración mediática afecte en lo más mínimo los niveles de confianza.

Cambiar las actuales políticas supone romper la disciplina fiscal y monetaria, la coordinación entre esas políticas y el cumplimiento de metas, sea dentro de un programa con el FMI o sin él, lo cual provocaría el retorno a los desajustes, la inflación y la pérdida de una estabilidad cambiaria fundamental para la sostenibilidad de las empresas no generadoras de divisas, los intermediarios financieros y el nivel de ingreso real de las mayorías.

Los grupos populares o sociales, que reclaman con las convocatorias a paros y hasta con actos de violencia un cambio de modelo, deben recordar que el crecimiento con estabilidad, resultado principal de las actuales políticas económicas, representa el único escenario desde el cual es posible implementar políticas sociales redistributivas capaces de reducir la pobreza.

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