El cambio de objetivo de política monetaria a un Esquema de Metas de Inflación (EMI) a través de las tasas de interés, oficializado por el Banco Central en enero de 2012, ha dado muy buenos resultados, pues se ha logrado en el período que lleva de aplicación una mayor estabilidad en los precios internos que la lograda anteriormente, cuando el objetivo de la política monetaria era el control del tipo de cambio.
Este esquema permite que las expectativas de inflación de los agentes económicos estén ancladas a los objetivos marcados por el Banco Central y, por tanto, son menos influenciadas por los movimientos del tipo de cambio.
Eso significa que la incidencia del tipo de cambio en la determinación de los precios es cada vez menor en el tiempo, reduciendo el costo en términos de reservas de las intervenciones del Banco Central. Es decir, el Banco Central puede alcanzar una mayor acumulación de reservas internacionales para enfrentar choques externos.
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Aunque el Banco Central modificó su política cambiaria desde un tipo de cambio fijo a uno controlado, donde los agentes económicos pueden transar libremente sus divisas, las autoridades monetarias monitorizan de cerca el mercado para intervenir y estabilizar la tasa de cambio cuando es prudente para mantener la estabilidad macroeconómica.
Una política monetaria de control de tasas basada en un EMI constituye un esquema transparente. Al tener que anunciar sus objetivos, los agentes económicos pueden evaluar mejor las acciones de políticas de las autoridades monetarias y planificar mejor sus decisiones de consumo e inversión en la economía dominicana, según técnicos del Banco Central.
El EMI es complementado con los anuncios o comunicados de política que publica el Banco Central, los cuales buscan guiar las expectativas de los agentes económicos con el objetivo de inflación pautado. La forma en que las autoridades monetarias mantienen el objetivo de inflación en un horizonte de tiempo determinado es utilizando la tasa de interés de política monetaria (TPM).
En 1985, las autoridades monetarias introducen la figura de casa de cambio como una iniciativa para regular el mercado cambiario informal. Sin embargo, el tipo de cambio permaneció fijo hasta las reformas económicas y financieras introducidas en 1991.
En 1996, la Junta Monetaria aprobó que las casas de cambio se convirtieran en entidades cambiarias reconocidas y reguladas, denominadas agentes de cambio, y en 1998 es aprobado el Reglamento de Operaciones Cambiarias.