Cambio inaplazable

Cambio inaplazable

La Policía Nacional surgió como un ente de represión política ajustado al esquema militar, con mandos y rangos de estilo castrense que todavía están vigentes. Aunque ha evolucionado con el país, con su régimen político democrático, arrastra sus taras de origen y mantiene distancia de los criterios de auténtica policía. Es necesario, primero que todo, transformarla y a seguidas  ponerla en fase con las demandas de los tiempos y la evolución de la sociedad. Hay que dotarla de más inteligencia y limar su inocultable truculencia.

Con el ministro de Interior y Policía, doctor José Ramón Fadul, compartimos la preocupación porque algunas voces  han pretendido satanizar el proyecto de ley de reforma policial. Se  ha dicho que el Poder Ejecutivo se propondría disponer ajustes después de que la pieza fue depositada en el Senado. Tal vez no hay muchas cosas que cambiar en un proyecto que es fruto de un amplio y añejo consenso. Regatearle a este país la oportunidad de tener una policía moderna sería injusto.

Ha llegado el momento de cambiar el jefismo  por la dirección moderna, que la aceptación, permanencia y  ascenso obedezcan a méritos probados y no al  amiguismo y otros vicios. Es inaplazable que convirtamos a la Policía en un cuerpo investigador que auxilie sin reservas a la Justicia, tomando un camino de más efectividad en su misión.

Maligno efecto secundario

Las academias son entidades concebidas para contribuir al progreso de los pueblos mediante la capacitación de recursos humanos. Y es natural que, si logran acreditarse, crezcan y se expandan forzadas por la demanda. Pero su crecimiento, su expansión, no debería provocar efectos secundarios nocivos y perjudiciales para sus vecindarios, como ocurre con los entornos de la Universidad del Caribe (Unicaribe) y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Los vecinos de Unicaribe se quejan de que esta academia ha traído arrabalización e inseguridad, y se oponen radicalmente a la construcción de un puente peatonal. Y los de la UASD viven en zozobra por causas semejantes. En ambos casos, la desvalorización de los inmuebles es parte de los efectos secundarios nocivos del  crecimiento de estas academias. ¿Cómo subsanar este costo injusto que se carga a los vecinos de estas academias?

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