Al diseñar la invasión a Ucrania, al parecer, y en eso coinciden analistas, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, pensó en una acción rápida similar a la toma de la península de Crimea en 2014. En esta región, zona donde los zares vacacionaban y que en febrero de 1954 Nikita Jrushchov se la cedió a Ucrania, la bandera rusa volvió a ondear en 2014 en un abrir y cerrar de ojo. No se disparó un tiro.
Pero ahora, Kiev y otras ciudades ucranianas han resistido a las bombas, tanques y soldados rusos y es posible que Putin, si quería algo relámpago, tendrá que esperar un poco más. Y en guerra el tiempo es oro.
Y mientras Estados Unidos y la Unión Europea presionan a Putin con sanciones cada vez más pesadas, los blindados rusos dejan una estela de muertes y destrucción que ya salpica –no solo el Consejo de Seguridad de la ONU- sino el planeta.
Le invitamos a leer: Misil ruso mata a 30 civiles en estación de tren en Ucrania
Al parecer Putin y sus asesores batallan contra el fantasma de los diez años de la URSS en Afganistán y tratan de evitar que Ucrania se convierta en un pantano.
Así el tiempo de cantar victoria no luce claro, y esta semana Rusia se movía hacia el Donbás en donde financia una guerrilla que tiene años tirando tiros contra el gobierno ucraniano. ¿Habrá desistido el hombre del Kremlin de controlar toda Ucrania? Si ese era su fin la situación no luce clara, pues ahora los rusos se concentran en una zona casi bajo su mando. ¿Se conformará Putin con el Donbás? Putin es inteligente y sabe que mientras más tiempo dura con la tea en la mano más presión recibirá, y más crecerá la imagen del presidente ucraniano Zelenski.