Cambio y Reformismo reformador, según Balaguer

Cambio y Reformismo reformador, según Balaguer

GUILLERMO CARAM

El reformismo, de las corrientes políticas más importantes, se ha dispersado tanto que su expresión orgánica ya no persigue ser determinante en gobiernos reformadores, sino subsistir como partido mayoritario. Su diáspora está tan dispersada que exportan candidatos, incluso vicepresidenciables, a otras corrientes. Además del presidente/PRSC auto-considerado opción obvia con Leonel Fernández, la campaña publicitaria de Alexandra Izquierdo sugiere eso dentro del oficialismo mientras Bisonó suena con Abinader.
Para validar su pertinencia actual, tendríamos pues que remontarnos al testamento doctrinal de Balaguer. En sus discursos expresaba: “el Reformismo…no patrocina ni la revolución…violenta, ni la transformación…resultante de la simple continuidad…como lo desean…los grupos de ideología conservadora…sino que aspira a llevar a cabo los cambios que el país necesita…” para superar “nuestro estado actual de cosas”.
Todas las encuestas, avaladas en conversaciones cotidianas, evidencian un estado de cosas-inseguridad, pobreza, degradación, indefensión, desesperanza y dependencia, etc-que necesitan ser cambiadas. Para ello, el reformismo reformador, más que reformistas, puede arrojar luces reorientadoras del mal camino que estamos siguiendo.
Con el agravante que ese mal camino no es asumido por nuestros gobernantes actuales, quienes, contrariamente, consideran nos están llevando por el mejor camino recurriendo a autoengaños para engañar mediante falacias y sofismas; pretendiendo confundir nuestra opinión pública mediante propaganda mediática.
Por ejemplo: Sobre delincuencia y seguridad ciudadana se basan en casos reportados sin contar encubrimiento de autoridades. Hablan de “pobreza monetaria” obtenida al sumarle a los salarios, subsidios financiados con impuestos y endeudamientos; en lugar de pobreza real medida por satisfacción alimenticia, calidad de viviendas, salubridad en barrios, disponibilidad de agua y servicios, aire respirable, atención sanitaria/ hospitalaria satisfactoria, transporte eficiente. Ignoran degradación por vivir en suciedad y desorden físico y ambiental; indefensión por autoritarismos de autoridades y arbitrariedades e incumplimiento de leyes; desesperanza que hace emigrar nuestra población hacia territorios más expuestos a calamidades. La dependencia externa originada por sostenida tendencia deudora, tanto que en 2019 la deuda creció 26% más que el PBI, pretenden justificarla comparándola con niveles aislados en años críticos.
La nación necesita gobiernos con actitudes y disposiciones de cambiar esto. De rescatar principio de autoridad, reimponer el orden, restablecer el respeto, renacer la esperanza y proporcionar seguridad a nuestra ciudadanía.
E implementar medidas para mejorar las condiciones de vida de nuestra población: reducir déficits gastando menos y mejor para no seguir endeudándonos, simplificar tributaciones para recaudar más y estimular economía productora y generadora de puestos de trabajo, invertir en servicios sociales, facilitar iniciativas particulares en lugar de obstaculizarlas, detener corrupción en puertas de despachos, proteger identidad y ambiente, exaltar identidad.
El reformismo reformador puede aportar mucho a ese CAMBIO que necesitamos.

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