Cambios en la política

Cambios en la política

Don Armando Lemus fue testigo activo del triunfo de Joaquín Balaguer en 1966. Salido de Cuba en medio de la incertidumbre que en él y los suyos creó el régimen de Fidel Castro, ahora se sentía desolado. Llegó a organizar algunas reuniones en su casa del ensanche La Fe, destinadas a sembrar esperanzas entre conciudadanos de su Patria. En ocasiones se angustiaba porque escuchaba que Balaguer no las tenía todas consigo. En aquellos instantes nos llamaba y, si me había hecho algún comentario, acudía a envalentonarlo con los resultados de la más reciente encuesta de trabajo aplicada.

Tras el 1 de junio, su casa se llenó de contento. También ahora reunió paisanos, que nos pidieron les hiciese cita para verse con Joaquín Balaguer. “¿Son amigos de don Santiago?”, preguntó el electo candidato. Respondimos con evasivas, pues a lo largo del período durante el cual tuvimos contacto, nunca mencionaron a este afamado político cubano. Después de la instalación de Balaguer, por cierto, don Santiago Rey llegó a convertirse en punto de referencia de los amigos cubanos de Balaguer. Pero aquí entre nos, sin que ello sea carga a su memoria, don Santiago no estaba en la lista de cubanos por los que el grupo de don Armando sintiese predilección.

La noche en que el grupo se reunió con Balaguer, trataron los temas más inopinados. Comenzaron los visitantes con una reiterada muestra de agradecimiento por la presencia de dominicanos en la independencia de Cuba. Balaguer habló de cubanos prominentes de épocas posteriores, sobre todo en las letras y el periodismo. También, por supuesto, de las elecciones. Casi en la despedida, don Armando señaló que el sistema de elección de legisladores y funcionarios locales, si bien limitante, podría evitar el deterioro moral de la política. A seguidas se permitió exponer sus puntos de vista respecto de la decadencia moral que llevó a los cubanos a los brazos de Fidel Castro.

Él mismo, dijo, había sido concejal. A diferencia del sistema que entonces se inauguraba en el país, expresó, los concejales cubanos, y con más poder y recursos los legisladores, protagonizaban luchas en las que pocas veces triunfaron las ideas. Por lo general se manipularon voluntades y votos gracias a los recursos de que se disponía en aquellos enclaves del Poder Público. “Todo ello –tal vez recuerde únicamente la idea que expuso don Armando- condujo a un asqueamiento que permitió la popularidad de los rebeldes y el triunfo de Fidel”.

“¡Quiera Dios que la política dominicana jamás dependa de aquellas maniobras, en ocasiones asquerosas, que sustentaron al fidelismo”, dijo Pedro Gutiérrez, uno de los visitantes. Rebosantes de satisfacción el grupo se despidió del hombre en quien cifraron esperanzas de continuidad de una vida normal en tierra de vecinos. Don Armando murió años ha. A Pedro, que tuvo negocio de exterminación de insectos y alimañas frente al Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, hace años dejé de verlo. Pero es evidente que aún hoy, luego de reunificar las elecciones, no dirían lo expuesto en la lejana ocasión.

Es que la política ha cambiado mucho en la República de nuestros tiempos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas