Cambios en la tierra

Cambios en la tierra

Las visiones más pesimistas alertan por la destrucción lenta aunque irreversible, del planeta en que vivimos. Con tono agorero, aquellos que contemplan ese final apocalíptico nos dicen que estamos llegando al fin del mundo. En la capital danesa se ha concentrado buena parte de los guías políticos de las naciones para conocer ese testimonio. También escucharán las voces de quienes entienden que se tiene una oportunidad. Todos los ecologistas clarividentes exponen en favor y en contra del futuro de la Tierra.

Mañana viernes concluyen la imponderable tarea.

Ya en Santo Domingo se otea la hecatombe. Para comenzar, aún cuando el otoño estaba a pocos días de concluir, sentíase calor. De pronto, llegaron lluvias incesantes que cimentan el dicho de que en naciones como ésta, cuando menos se espera, llueve.

De hecho, las torrenciales precipitaciones dejaron a los meteorólogos sorprendidos, pues habían anunciado un período seco. Quienes contemplan los bruscos cambios climáticos, temen por el cumplimiento de las profecías de san Juan. Las visiones de este evangelista han sido preocupación para muchas personas a lo largo de los siglos. Hoy lo son mucho más, pues escucho con enorme frecuencia que se acerca el fin del mundo.

La llamada Conferencia de Copenhague busca retomar los caminos de sus predecesoras en el intento de salvar el planeta. Dos metas de antemano definidas se examinan en la capital danesa. Reducir la emisión de gases tóxicos que destruyen la capa de ozono y propulsar la regeneración de los sistemas ecológicos afectados. El reto es enorme.

Hay escollos. El más negativo es el de la incredulidad y el desconocimiento de enormes sectores poblacionales. Allá en Copenhague, justo en el inicio de los trabajos, el lunes, hablaba Yvo de Boer de este inconveniente. De Boer es el encargado de la Oficina de las Naciones Unidas para los asuntos del clima. El experto se quejaba de la postura de científicos que exagerando por un lado o denegando la gravedad del problema por el otro, han dado lugar al escepticismo de amplios núcleos poblacionales.

La verdad es que una indiscriminada e irracional explotación de los recursos naturales puede afectar el planeta. No se requiere ser investigador para sustentar esta proposición. Basta pasar la mirada sobre un minúsculo punto de la Tierra cual es la isla de Santo Domingo. Hemos reducido el caudal de ríos que se conocieron de fuertes corrientes. Arroyos permanentes se han vuelto ocasionales. Especies de la fauna están en peligro de extinción. Los suelos se desertifican no sólo debido a la tala, sino a la explotación inmisericorde de sus bondades.

Esta incomprensible manera de atentar contra el planeta no ocurre únicamente entre los dominicanos. Es un fenómeno contemplable en todo el orbe. De ahí que las fatídicas predicciones pueden estar cobrando sentido de realidad. Y es probable que debido a ello, estemos asesinando al planeta Tierra.

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