-3 de 3-
Así como de repente despertamos ante la realidad de un nuevo siglo y de un nuevo milenio caracterizado por los profundos cambios que se vienen dando en el escenario internacional y la aparición de un extraño fenómeno, el de la globalización, entendido éste como todo un proceso multidimensional que abarca, además de lo económico, aspectos vinculados a las finanzas, la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, la educación, la cultura y la política, entre otros quehaceres, tal y como lo expresa el escritor nicaragüense Carlos Tünnermann, la globalización “es el resultado de la creciente interacción e interdependencia que se generan entre las distintas unidades constitutivas del llamado sistema global”.
El proceso de globalización al cual nos referimos en el párrafo anterior modificó el paradigma de las relaciones internacionales que había estado vigente entre países y naciones hasta finales del pasado siglo 20 y que confería a algunos de ellos el carácter de actores principales. En dicho proceso, las empresas transnacionales desempeñan roles protagónicos; los avances tecnológicos modifiquen la naturaleza de la actividad productiva; y los procesos en materia de tecnología y de comunicaciones configuran “la aldea planetaria” de la que tanto se habla. En la actualidad, existe toda una tendencia hacia la desmaterialización del proceso productivo, es decir, hacia la menor utilización de materia prima y la mayor incorporación de intangibles. Tal y como lo ha expuesto Carlos Tünnermann en la página 88 y siguientes de su libro La Educación Superior en el Umbral del siglo XXI “en la actualidad, se podría producir los mismos bienes que hace diez años con un tercio menos de las materias primas”.
Pero, el proceso de globalización al cual nos referimos no ha estado generando un incremento uniforme de progreso y desarrollo en todas las regiones del mundo. Mas bien, se observa una globalización que reserva y concentra las ventajas del desarrollo y del progreso en un sector relativamente reducido de la población mundial.
En nuestra humilde opinión, sostenemos que ha llegado el momento de que los dirigentes universitarios de las naciones pequeñas vayamos pensando en no depender tanto de las opiniones de los colegas de las grandes potencias a la hora de crear y difundir saberes. También, en la reafirmación de la autonomía como principio irrenunciable para que las instituciones de educación superior cumplan los fines que la sociedad le demanda.
¿Pueden las universidades y demás instituciones de educación superior desempeñar roles destacados en la solución de la problemática social que aquejan a los países en vía de desarrollo?
La UNESCO entiende que sí; en tanto que el Banco Mundial, y otras organizaciones internacionales consideran que no, que las universidades, especialmente las públicas, sólo son parte no solución a la problemática de la sociedad contemporánea. Es decir, la UNESCO las ven como parte de la solución, en tanto que el Banco Mundial y otras organizaciones las ven como parte del problema. Tanto el uno como el otro examinan la situación actual de las instituciones de educación superior, haciendo énfasis sobre su calidad, pertinencia y financiamiento.