Cuando vemos a algún niño caminar de puntillas, enseguida llama nuestra atención, y no dilatamos en cuestionarnos la razón. Ignoramos que es un hábito característico de los niños cuando empiezan a dar sus primeros pasitos, lo cual es considerado normal hasta aproximadamente los dos años, pero si persiste de manera muy constante después de esta edad, debe descartarse que pueda existir una problema que debamos solucionar.
Se supone que cuando los pies están en reposo el bebé los apoye completamente en el suelo, contactando dedos y talón a la vez, pero cuando se pone a andar sólo lo hace con la parte delantera. Puede que lo haga porque le da placer hacerlo, porque juega con su cuerpo o porque está experimentando nuevas formas en esto de caminar.
Una de las razones por las que el bebé pudiera llegar a caminar de puntillas puede deberse al uso de andadores, ya que estos artículos que supuestamente han sido diseñados para ayudar a caminar al niño, en realidad lo que hacen es formar el mal hábito de caminar en puntillas, puesto que para moverse sobre el andador, el niño lo que usa son los dedos de los pies para impulsarse. Esto es lo que acostumbra al niño a contactar con el suelo sólo la parte delantera del pie, pero en la mayoría de los casos esta costumbre desaparece por sí sola.
No es un estadio evolutivo por el que todos los niños pasan, pero algunos niños lo hacen. La mayoría de las veces es solamente eso y no responde a ningún problema. Se le conoce como “marcha de puntillas idiopática”, es decir de origen desconocido.
Pero ya cuando sea un caso continuo, podría indicar diferentes situaciones: un problema físico y/o motor, ya que podría deberse a que sus tendones de Aquiles y sus músculos gemelares estén demasiado tensos, lo cual significa que su talón está tirando hacia arriba y los dedos tiran hacia abajo. También podría ser porque presente disfunciones en la integración sensorial, lo que implica que sea extremadamente sensible a determinados estímulos en la planta de los pies: se quitan las medias constantemente, no soportan usar zapatos y rechazan el contacto de la planta del pie con el suelo.
Si el niño llevara varios meses caminando de puntillas, lo ideal sería llevarlo a un especialista. Éste diagnosticará el origen del problema y de seguro le indicará el tratamiento más adecuado. No obstante, los padres también podemos ayudarle a superar esta etapa a través de diferentes actividades.
Por ejemplo, podemos estimular los pies del bebé desde que es muy pequeño en aras de que sus músculos vayan adquiriendo la flexibilidad que necesitan para cuando llegue el momento del gateo y el andar, y por supuesto evitar o limitar el uso de los andadores. También pueden realizar estiramientos y masajes suaves en la zona de la pantorrilla de forma que el pequeño flexione y estire el pie, pero sobre todo debe prestarle una atención especial al calzado que usa el bebé, este deberá ser suave y flexible, pero a la misma vez debe ser firme para proporcionarle estabilidad al pequeño.