Caminando entre un laberinto de espejos

Caminando entre un laberinto de espejos

En un país con tantos periódicos, televisoras, emisoras de radio y una plaga de periodistas mayor a la que cualquier país civilizado debería soportar, muchos dominicanos se están malacostumbrando a creer que la realidad es sólo la que aparece consignada en los medios de comunicación de masas. Si no se publica es como si no pasara ni existiera.

El fenómeno se empeora porque en la prensa una gran parte de los opinantes son dueños de ideas cuyo pulimento es escaso puesto que han sido logradas con muy poca ponderación. Así creen muchos comunicólogos peledeístas que están viendo cómo en los últimos meses hay una creciente corriente de opinión pública que va dejando de ser simpática con el Gobierno y aumentan el tono y la frecuencia de las críticas y los comentarios adversos.

Por muchas razones complejas y concurrentes, un número considerable de líderes de opinión y voceros calificados de importantes grupos, gremios y asociaciones está zafándose del encantamiento que por bastante tiempo ha producido el Presidente Fernández sobre la inmensa mayoría de la sociedad dominicana.

Existe aún, a mi juicio, entre muchos comunicadores un deseo insatisfecho de poder sentirse plenamente orgullosos de la obra del Presidente Fernández, sin tener que matizar cada cosa con un “pero” o excusar actitudes inexcusables de parte de un puñado de gandíos cuya cercanía al poder los ha ensoberbecido de manera incomprensible.

Quizás lo más penoso es que en realidad son unos pocos quienes han permitido instalar la percepción de una corrupción desaforada.  Pero el origen del cambio de brisa que se percibe en el ambiente es más profundo que el malestar causado por las indelicadezas o simples robos que puedan imputarse a ciertos malandros. 

El asunto es la viabilidad del modelo actual, cuyo éxito momentáneo se ha obtenido a un precio –el preocupante financiamiento externo- cuyo vencimiento luce inminente, pues dos o tres años son apenas un instante.  Si la inmensa mayoría de las asociaciones empresariales, gremios profesionales, voceros de la sociedad civil, comunicólogos y demás constructores de la opinión pública viene coincidiendo en querer encontrarle méritos o virtudes a la oposición, al punto de obligar a los perredeístas a entenderse entre ellos, la cuestión no es sólo mediática ni de cuán buenos o malos seamos los periodistas según el criterio oficial.

La cuestión es de fondo y no de forma.

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