Caminante, detente

Caminante, detente

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Caminante, sacia tu sed de saber. En cada instante de tu vida hay un por qué, que tiene una o varias respuestas, búscalas y las encontrarás. No vaciles, la fuente del saber es inagotable; no te detengas, quizás al doblar una esquina, si te detienes un instante, encuentres al amigo que te dé la palabra de consuelo, quizás, le arranques una verdad a la vida.

No temas a quien dice que sus momentos sobre la tierra son contados; quien dice eso está blasfemando, y lo importante es vivir la vida intensamente, eternizarla con una obra justa y bienhechora, lo demás es vanidad. Pero si alguien te pregunta qué haces, respóndele vivo la vida, en ella encuentro miles y miles de esperanzas, que pueden algún día eternizarme, y por eso laboro día tras día por mi felicidad espiritual y la de los demás; porque eso es la vida, un querer ser eterno que ha venido reflejándose al través de los siglos. Y sigue diciéndole, el mal no existe para los fuertes espiritualmente, busco a Dios, no en un objeto, sino en un algo que fluye de mí, no lo busco dentro ni fuera de mí, lo percibo, lo siento.

Dios no es objeto, caminante, no lo busques ni en el árbol ni la fuente, ni en la casa ni en la Iglesia; Dios es algo que se siente, si lo logras, no trates de representarlo ni definirlo, porque entonces, habrás perdido la batalla; Él se refleja en ti, porque tú eres él y no otro. Busca a Dios en ti mismo, lo sentirás y como la felicidad, se escapará.

No te acuerdes de Él sólo en las horas tortuosas de la vida, también recuérdalo en las horas del trabajo y junto a la esposa y junto al hijo y junto a la madre; recuerda, que no existe un ligar de la tierra donde no lleguen sus inter-revelaciones. No pienses cuando estés haciendo algo ¿Y Dios? Esta pregunta no debe inquietarte,

Él no gusta de incertidumbres; Él da la paz, no la guerra.

 

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