Camino equivocado

Camino equivocado

La madrugada después  del huracán George, 1998, un fanático religioso salió por las calles de San Pedro de Macorís en una guagua anunciadora, con la bocina alta y estridente. Aclamaba por el sistema de alto parlante, que el Mar Caribe iba a entrar  por el malecón de Miramar y que el fin del mundo había llegado, por lo que los impíos y pecadores estaban llamados al arrepentimiento, a convertirse y a aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador.

Ante este alarmoso anuncio del fin del mundo y del eminente maremoto que devastaría a la Sultana del Este, los teléfonos comenzaron a timbrar, se congelaron las líneas, familiares llamaron a Europa, Puerto Rico y Norteamérica, para darle la preocupante información y pedir que oraran para que Dios no permitiera ese anunciado desastre. Algunos se despedían, por si acaso eran barridos por el Mar Caribe; muchas gentes salieron  a las calles  y algunos hicieron planes para ir a lugares más altos de la isla.

Ante este nefasto anuncio perturbador, un sensible y asustado padre que vivía cerca del malecón de la ciudad oriental, hizo montar a su esposa e hijos en su jeepeta. Incluyó las mascotas de los niños y tomó camino hacia Santo Domingo (aparentemente, pensaba que la capital de la República Dominicana era el mejor lugar de refugio).

El conductor tomó rumbo hacia Santo Domingo velozmente y confiado que iba por buen camino para dejar atrás el anunciado desastre que ocasionaría el maremoto al pueblo de Mosquitisol.

Cuando el vehículo llegó a la curva, cerca de Boca Chica, el padre de familia vio los primeros rayos del sol que comenzaban a destellar sobre el Mar Caribe, y notó que el mar estaba en relativa calma. De manera brusca, el conductor frenó su jeepeta y expresó, con palabras no repetibles, lo estúpido que fue al salir  huyendo tomando un camino equivocado.

El señor de este relato se dio cuenta de que el mensaje del fanático religioso lo había entumecido mentalmente e hizo que tomara un camino equivocado; porque en lugar de sopesar la absurda alarma  del falso profeta, fue víctima de una ridícula situación de la cual se avergonzó ante su familia y la comunidad petromacorisana.

Situaciones como éstas, que motivan tomar un camino equivocado, suelen suceder y repetirse a lo largo de la historia, causado muchas veces por iniciativa del fanatismo religioso y la desaprensión de mentes débiles y turbadas.

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