El proceso por el que discurren los dominicanos hacia la cita con las urnas el próximo 16 de mayo ha estado tristemente contaminado por hipérboles en anuncios políticos y declaraciones para formular promesas que ponen énfasis en el uso de un lenguaje orientado, casi exclusivamente, a descalificar al adversario.
A la hora de buscar algún contenido a este fiero debate, hay que desbrozar primero el tremendismo de las cuñas propagandísticas y las declaraciones a la prensa: muchos candidatos se venden como lo mejor pero lo hacen tratando de basar demasiado su superioridad en los defectos que atribuyen a otros competidores.
Pocos son capaces de conferir credibilidad a sus supuestas virtudes tratando siquiera de esbozar fórmulas que puedan ser aplicadas en beneficio del ciudadano en caso de resultar triunfadores.
La desesperanza es manejada a través de las estrategias de campaña como lo que preferiblemente, debe influir en el elector.
Horacio o que entre el mar, como se decía antes, o si no evitamos que los otros ganen, el país se irá hacia el despeñadero.
Y la verdad es que la sociedad merece un trato mejor. Un proselitismo que edifique; que le diga a la gente que hay políticos que presididos por la honestidad, se han trazado objetivos de bien para la colectividad; que trate de convencer a la comunidad de que hay candidatos que se autocritican y que no permitirían que por más tiempo los congresistas prohíjen elevados subsidios para ONG de su particular interés, que evitarían que los gobiernos municipales fomenten el clientelismo, y que se trataría de elevar considerablemente los capítulos de inversiones, reduciendo los gastos.
Los que pretenden ser regidores o reelegirse como síndicos no andan proclamando, como debería ser, lo que harían para que la función edilicia no siga escandalosamente remunerada a costa de los contribuyentes a pesar de que se trata de cargos honoríficos.
El país quisiera oír que a los candidatos les alarman las denuncias de que el tráfico de influencias es determinante para que se expidan autorizaciones para uso de espacios públicos en los municipios cuando se trata de legalizar construcciones de torres y negocios.
Los entes partidarios han hecho demasiado esfuerzos para que el votante se sienta rehén del miedo al sufragio supuestamente equivocado en un contexto en el que la democracia se empobrece, se fomenta la abstención y se hace más difícil la reconciliación necesaria para disminuir la violencia del mundo político.
El productivo béisbol
El aspecto especialmente grato de las relaciones entre Estados Unidos y la República Dominicana es el que se deriva de las actividades que incluyen el uso del bate y la pelota.
Lo que probablemente más acerca a dominicanos y norteamericano es su interés común en el deporte que aquí y allá llamamos rey.
He ahí una diversión que produce buenos frutos económicos y sociales para este país que frente a Estados Unidos es pequeño en territorio y bienes; mas no tanto cuando se trata de producir estrellas beisboleras.
Los vínculos fundados en la trascendencia de los peloteros criollos se agrandan. Las organizaciones de Grandes Ligas invierten más cada día en el desarrollo de academias de béisbol en el territorio nacional.
Cientos de dominicanos, que generalmente conservan interés por su país como principal destino de sus ahorros, obtienen excelentes, o fabulosos, salarios en el béisbol norteamericano.
El desempeño y las hazañas del talento criollo son una fuente extraordinaria de satisfacciones, diversión y orgullo en este medio de muchos aficionados al guante y la pelota.
El béisbol es una expresión de grandeza de esta nación. Una razón para mantener la moral en alto.