Aunque se hace cada cuatro años, en esta campaña electoral, más que en otras, se ha fortalecido el reclamo desde la sociedad civil, sectores empresariales y medios de comunicación, de debates electorales entre candidatos de los distintos partidos y, a su vez, la presentación de propuestas.
La demanda busca que los votantes puedan escuchar de los aspirantes presidenciales y, ¿por qué no?, congresuales y municipales, sus visiones y planes para la solución de los problemas en la República Dominicana.
Ciertamente, en el marco de sociedades democráticas la formulación y contrastación de ideas, y no el clientelismo, son claves para las definiciones políticas, máxime en un momento electoral.
Se avanza cuando las ideas de progreso colectivo germinan en los integrantes de la nación, quienes tienen claro la lectura del presente y el rumbo a seguir en el futuro como país, como Estado.
Así, en el marco de esta campaña, la ciudadanía merece que se trasciendan la denuncia de la obviedad y lo cotidiano, y conocer cómo planean Danilo Medina, Luis Abinader, Guillermo Moreno, Minou Tavárez Mirabal, Pelegrín Castillo y demás candidatos, resolver la desigualdad social, económica y política, la inseguridad ciudadana, el desempleo, la corrupción, el alto costo de la vida, las crisis de los sectores Justicia y Salud, el desorden del transporte y cómo mejorar la implementación del 4% para Educación, etc.
Y es que aunque un recorrido por la historia electoral criolla nos confirmará que se acostumbra la presentación de unas que otras propuestas en campañas y programas de gobierno, muchas son vacías y una vez los candidatos ganan, las olvidan.
De ahí que en el país, el problema no sea sólo la falta de propuestas reales y debates electorales, tanto de los sectores conservadores como de los más liberales y progresistas, sino el compromiso y la voluntad para ejecutarlas una vez se ganen.
En aras de avanzar, la sociedad dominicana debería desarrollar ya, mecanismos que comprometan y obliguen a los candidatos a cumplir lo prometido en campaña, so pena de que el pueblo les retire el apoyo que le da en las urnas.
En algunos países latinoamericanos se están usando los referéndum revocatorios. Estos darían la oportunidad de que una vez los dominicanos monitoreen y den seguimiento a las promesas de campaña, puedan castigar, mediante la destitución, a quienes incumplan.
Es hora de que la ciudadanía desarrolle una cultura de demanda del cumplimiento, válido para las leyes existentes y para las promesas de campaña. De lo contrario, seguiríamos siendo una sociedad «rica» en promesas vacías, pero aún más pobre en ejecución de leyes y propuestas reales y así no se avanza.