Campaña sucia

Campaña sucia

En días pasados, participé a distancia en el programa matinal de Miguel Guerrero en el canal 15, tratando el tópico de la campaña sucia en la actividad política, pero me sentí insatisfecho por la premura de mi respuesta. Consideré que no hice un buen aporte para dilucidar un tema tan vigente en el desenvolvimiento de la vida política nacional.

La ocurrencia de la campaña sucia en la actividad política es algo visceral en la actuación de los políticos, buscando por todos los medios desacreditar al adversario, utilizando todo tipo de difamación y calumnias, con tal de aparecer ante la opinión pública como los mejores para disfrutar de un cargo público.

Por simple ojeada a la historia republicana, nos damos cuenta que hasta nuestros padres fundadores fueron objeto de campaña sucia, cuando se enfrentaron los que creían en la separación pura y simple de Haití y los que buscaron por todos los medios un protectorado de una potencia que protegiera la naciente nación de los vecinos occidentales.

Incluso a Juan Pablo Duarte en 1864, cuando regresó al país para integrarse a la lucha restauradora, fue vejado y marginado, hasta expulsarlo del país para que supuestamente fuera a buscar recursos en América para la causa restauradora por parte de un grupo de los restauradores que tuvieron miedo del arraigo que pudiera tener el patricio en el recuerdo de la población dominicana.

Sin adentrarnos tan atrás en nuestra historia, solo bastaría recordar lo que representó el nefasto Foro Público, que se publicaba en El Caribe en la década del 50 del siglo pasado. Era el medio por el cual se calumniaba y se detractaban muchas honras para poner en evidencia al funcionario en desgracia con el dictador Trujillo, que de esa manera lo removía del cargo, aun cuando lo volvería a reponer, pero el daño quedaba hecho ante un país temeroso que se alejaba de los que eran denunciados en el foro o aislándolos de la comunidad hasta que eran reivindicados por generosidad del dictador.

La tradición de detractar al opositor se implantó en el país desde 1962. Los corrillos políticos y sociales han disfrutado de la enorme variedad de ataques y denuncias entre los políticos, que destripándose unos con otros y a medida que avanza el siglo XXI, más feroces son los chismes ya que, disfrutar de un cargo público, es muy apetitoso por la codicia de tantas personas ansiosas de pegarse a las ubres del Estado, que ha hecho a tantos políticos, millonarios en lo que va del siglo en completa impunidad y vergüenza para una comunidad avergonzada de ellos.

El alto nivel de calumnias, que va alcanzando la campaña sucia va en razón directa por las abultadas retribuciones que consiguen los políticos electos o nombrados y más ahora en que los legisladores, alcaldes y hasta regidores disfrutarán del regalo de un dinero que pagan los zoquetes contribuyentes que solo les queda, hasta ahora, observar resignadamente de cómo la corrupción enriquece a unos pocos y empobrece cada vez a las mayorías con el surgimiento de las variadas nominillas, los barrilitos, las exoneraciones, dispendio en los restaurantes y, en fin, un largo etcétera del cual nos avergonzamos por haberlos aupado.

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