En el Cementerio Cristo Redentor los albañiles y zacatecas imponen sus reglas a los propietarios de las tumbas. Ningún mausoleo puede ser pintado si no interviene “el monopolio funerario”. En adición, cualquier sepultura podría ser profanada o saqueada sin que deudos ni autoridades consigan evitarlo. El gremio de transportistas impone sus normas al gobierno y al empresariado y, además, exige trato privilegiado en lo que atañe a combustibles, rutas previstas o financiamiento de equipos. Protestar contra esto último es considerado un acto impolítico, “antirrevolucionario”, temerario e inútil. Los transportistas son empresarios, son gremios obreros, son líderes políticos. Constituyen un ente mixto, uno y trino.
Los dirigentes políticos también imponen su voluntad sobre la sociedad, sobre las instituciones de derecho público o sus propios partidos. Las agrupaciones políticas se recomponen o se re-denominan, al compás de las pugnas de sus dirigentes por conservar el control absoluto de cada “parcela”. El hombre de la calle sabe que no tiene medios para controlar el libertinaje de zacatecas, transportistas y políticos; y que no podrá confiar en policías, ni en tribunales. Todos los grupos: políticos, empresariales, laborales, disponen de “expertos en imagen”. Estos especialistas construyen imágenes amables sobre sujetos detestables; y lo que es peor; destruyen las buenas imágenes de hombres que las merecen.
Los “derechos civiles y políticos” son cada día más precarios en todo el mundo. Asesinos a sueldo, terroristas, fanáticos religiosos, atracadores, piratas financieros, ponen en entredicho los tradicionales derechos “del hombre y del ciudadano”. Continuamente invocados, esos derechos son permanentemente pisoteados. Piratas cibernéticos, piratas bursátiles, piratas de fronteras, hacen más difícil la vida en nuestra época. Las redes sociales de “Internet” facilitan la información y los negocios; a la vez que “aceitan” la difamación y los hábitos narcisistas.
Para sobrevivir ahora es necesario tener los ojos abiertos, comprobar la solidez de la tierra que se pisa, estar siempre en estado de alerta. Pero lo más importante es la disposición de “echar batallas” en todo momento. Las actividades tramposas reinan en este tiempo que nos ha tocado; y no aparecen descritas en guías telefónicas, en anuncios clasificados. Las trampas nos brincan al cuello, como animales felinos. Defenderse con uñas y dientes será el único camino aceptable. (2015).