Los agricultores y ganaderos europeos están cansados de sentir que su sector es el que más concesiones hace en los acuerdos comerciales de la Unión Europea, en contraste con la industria, y reclaman “reciprocidad” en la producción y acceso a nuevas técnicas innovadoras para poder competir.
El pacto con el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), cerrado a finales de junio después de veinte años de negociaciones y calificado de “histórico” por la Comisión Europea, es un nuevo varapalo para el campo europeo, según los productores comunitarios.
“Nosotros no queríamos el acuerdo”, explica a Efe el vicepresidente nacional de Asaja, Pedro Gallardo, y añade que tal como está redactado, “la agricultura ha sido la moneda de cambio». La principal preocupación del sector es el “doble estándar de producción” entre la UE y esos cuatro países por las diferencias en aspectos como los costes de la mano de obra, el uso de técnicas de cultivo y transgénicos no autorizados en la Unión, las exigencias medioambientales no compartidas o el tamaño de las explotaciones (grandes en el Mercosur y medias o familiares en la UE).
“Estamos en un mundo globalizado pero sin reciprocidad”, lamenta Gallardo, que menciona al vacuno y los cítricos entre los sectores que más afectados resultarán, en contraste con otros que podrán salir beneficiados, como el aceite de oliva, el vino o las denominaciones de origen. “Evidentemente a Europa le interesa vender lavadoras o coches en América, pero no vemos otro sector tan perjudicado como la agricultura”, subraya. Según los productores, la UE debe ponerse las pilas y apostar por la innovación y la biotecnología para poder estar a la altura de los terceros países con los que se están cerrando acuerdos.
El combate actual se centra en las nuevas técnicas de edición genética vegetal para conseguir que las plantas tengan determinadas cualidades, por ejemplo que sean resistentes a pesticidas. Según el vicepresidente de Asaja, estas técnicas son “un ejemplo de sostenibilidad”, al permitir producir con menos agua y productos fitosanitarios y además llevarán “a un abaratamiento de los costes de producción». El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó hace un año que los organismos obtenidos a través de formas modernas de mutagénesis deben estar sujetos a las obligaciones de seguridad y comercialización de la Directiva sobre organismos genéticamente modificados (OGM). La decisión avaló la posición de los críticos, que las consideran un intento de introducir OGM en el entorno.