OTTAWA. AFP. Canadá tomó conciencia ayer de que el extremismo islamista puede golpearla directamente, luego de dos ataques en tres días contra militares y el Parlamento perpetrados por tiradores con ideas cercanas al yihadismo. Los jóvenes atacantes nacieron y se educaron «en este país pacífico», declaró el primer ministro, Stephen Harper, ante diputados de la Cámara de los Comunes, que regresaron a su trabajo este jueves decididos a no ceder a la amenaza «terrorista» en el país. El Parlamento retomó su trabajo con un homenaje al jefe de seguridad, que abatió en el Parlamento al asaltante que previamente había ultimado a un militar en el cercano monumento a los caídos. Guardó un minuto de silencio y entonó el himno.
Mientras tanto, en Ottawa y muchas otras ciudades canadienses, las banderas permanecían a media asta.
Los habitantes de la capital canadiense intentaban volver a la normalidad a pesar de la fuerte presencia policial tras el drama ocurrido el miércoles. El nerviosismo, no obstante, seguía siendo palpable. Este jueves, cuando el primer ministro Harper estaba a punto de ingresar a su automóvil la policía acorraló a punta de pistola a un sujeto que se encontraba cerca.