Cáncer, infarto y tabaco: trío letal

Cáncer, infarto y tabaco: trío letal

En el siglo XXI los progresos médicos serán espectaculares gracias a las nuevas técnicas de la genética, la clonación y otras biotecnologías. No obstante, los expertos advierten que no se puede bajar la guardia, porque se prevé un severo impacto de los tres grandes asesinos que más reducen la duración y la calidad de vida de las personas en el planeta: el cáncer, los males coronarios y el tabaquismo.

Mientras que ahora las primeras causas de enfermedad son las enfermedades cardiovasculares (ECVs), el ictus cerebral y el cáncer de pulmón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adelanta que en el 2020 la lista de amenazas para la salud la encabezarán las ECVs, seguidas de la depresión, los accidentes de tráfico, el ictus y la enfermedad obstructiva crónica.

Para entonces, el sida se situará entre las diez primeras enfermedades más extendidas, según los expertos de la OMS.

Una de las tendencias más alarmantes del primer tercio del siglo que acaba de comenzar, es el ascenso del tabaquismo, que cada año ocasiona la muerte de 3.5 millones de personas y se relaciona con una veintena de enfermedades, desde los cánceres de pulmón, boca y esófago, hasta las enfermedades que afectan los vasos sanguíneos del cerebro y el corazón, o las patologías respiratorias como la neumonía o la bronquitis crónica.

[b]Enfermos por el humo[/b]

La «epidemia del tabaco», como designa la OMS al hábito de fumar, será responsable de unos diez millones de muertes al año: las dos terceras partes de ellas en los países en desarrollo, donde el tabaquismo se propaga sin control.

Según las alarmantes previsiones de la OMS, el tabaquismo se convertirá en la mayor causa de muerte e incapacidad, más que ninguna otra enfermedad por sí sola. Acabando con la vida de más personas que las que siegan en conjunto el sida, la tuberculosis, los problemas de maternidad, los accidentes de tráfico, el suicidio y los homicidios.

Tal es la envergadura del problema que, mientras los avances médicos ayudan a elevar la expectativa de vida de las mujeres y los hombres en general, los estragos del tabaquismo hacen aumentar la diferencia entre la cantidad de años que pueden vivir uno y otro sexo.

La diferencia de expectativa de vida entre mujeres y varones, podrá llegar a 10 años a mediados de siglo, debido a la elevada cantidad de hombres que mueren por dolencias relacionadas con el tabaco. Pero al aumentar el número de fumadoras, también crecerá la mortalidad femenina asociada al tabaquismo.

Ahora, la mayoría de los afectados por el tabaquismo viven en los países desarrollados y en China, dónde el hábito del cigarrillo ha experimentado un crecimiento explosivo, no hay campañas ni controles antitabaco comparables a los occidentales y la tasa de mortalidad por tabaquismo es la más alta del planeta. Pero la tendencia se invertirá en las próximas décadas, cuando la «epidemia del tabaco» se centrará en las naciones pobres, sobre todo en los países de la Europa del Este.

[b]El cáncer continuará acechando[/b]

La Organización Mundial de la Salud ha propuesto a los Gobiernos de todo el planeta distintas propuestas para detener el avance asesino del tabaquismo, desde prohibir la publicidad de los cigarrillos y crear grupos de lucha activa contra esta perniciosa costumbre, hasta aumentar el precio y los impuestos del tabaco para disuadir su consumo o potenciar el acceso a las terapias sustitutivas, como los parches de nicotina.

De la toma de estas y otras medidas antitabaco depende el futuro de decenas de millones de vidas: se calcula que en el primer cuarto de siglo podría evitarse 30 millones de muertes prematuras si los fumadores dejaran el hábito.

También, podría salvarse muchas vidas de fumadores pasivos, ya que los niños y adultos que inhalan el humo ajeno, por ello ven aumentado su riesgo de cáncer, enfermedades coronarias, muerte súbita y afecciones respiratorias.

El cáncer seguirá presente en nuestras vidas, continuará siendo una de las principales causas de mortalidad y según los expertos pueden registrarse más casos, porque está ligado al envejecimiento, pero ya no será esa bestia invencible y cada vez más personas sobrevivirán a la enfermedad.

Según los expertos el tumor de peor pronóstico seguirá siendo el de pulmón, que está ligado al tabaquismo, seguido en preponderancia por los de mama, debido a que muchas mujeres optarán en el futuro por no tener hijos o no les darán el pecho, lo cual favorece la aparición de esta dolencia. Otros tumores muy comunes serán los de colon, próstata y páncreas.

Los científicos ya saben que el cáncer no es una sola enfermedad sino que se trata en realidad de cientos de patologías con múltiples orígenes, aunque la raíz de todas ellas se encuentra en la división incontrolada de las células debidas a la mutaciones en los genes que ocasionan el cáncer (denominados oncogenes) y los genes que combaten este mal: los supresores de tumores.

[b]Cada tumor una terapia[/b]

El descubrimiento de todos los genes implicados en el cáncer permitirá identificar la agresividad y progresión de cada tumor, así como establecer «terapias a la carta», con distintas combinaciones muy específicas de fármacos y técnicas médicas adecuadas a cada tipo de cáncer, agresividad y momento de la enfermedad, en lugar de tratamientos más generales y estándar como los actuales.

Los expertos coinciden en que los porcentajes de curación seguirán aumentando, debido a la generalización del diagnóstico y el tratamiento precoz, que están consiguiendo curar la enfermedad en muchos casos, y a las campañas de información que promocionan ciertos cambios en estilo de vida, como por ejemplo, la adopción de una dieta adecuada, con la cual se calcula que podrían evitarse uno de cada tres cánceres.

Las curaciones también aumentarán debido a la aplicación de los nuevos métodos de diagnóstico y a las terapias biotecnológicas que se están perfeccionando.

Entre las principales técnicas emergentes destacan las terapias génicas, que combaten el cáncer, manipulando los genes que lo favorecen y contrarrestan, y las inmunoterapias, que trabajan sobre las células del sistema defensivo natural que nos protege de los microbios y otros agentes causantes de enfermedades.

Los anticuerpos monoclonales, unas moléculas fabricadas en laboratorio que atacan a un solo tipo de células, son otras de las vías más prometedoras contra el gran asesino del siglo XXI.

También se están ensayando métodos para combatir la angiogénesis, es decir capacidad de las células tumorales para generar vasos sanguíneos que les aseguren su supervivencia. Una de las vías más prometedoras consiste en intentar matar los tumores «por inanición» y también se experimentan fármacos destinados a bloquear las señales bioquímicas que emiten ciertas proteínas y reciben las células, estimulándolas a dividirse rápida y descontroladamente, formando tejido canceroso.

[b]El corazón[/b]

Según todos los pronósticos, las enfermedades cardiovasculares (ECVs) que afectan el cerebro, las arterias y el corazón, y provocan cada año la mitad de las muertes que se producen en el mundo, seguirán siendo la primera causa de mortalidad.

Los expertos vaticinan que tanto los fallecimientos por dolencias cardiovasculares, como los ingresos hospitalarios por estas dolencias, seguirán aumentando.

Entre las técnicas que han permitido más avances en la lucha contra las ECVs y que se seguirán perfeccionando en los próximos años, destacan los métodos quirúrgicos como la dilatación de las arterias, la colocación de marcapasos, la cirugía endoscópica, el by-pass aortocoronario, los desfibriladores implantables y las válvulas cardíacas artificiales, destinadas a asistir a los corazones lesionados.

También se perfeccionará e incrementará el arsenal de fármacos que ayudan a controlar la tensión arterial, a fluidificar la sangre, a evitar la acumulación de grasas en los vasos sanguíneos y a destruir los coágulos que obstruyen las coronarias, como la aspirina, los betabloqueantes, los inhibidores de la angiotensina, los calcioantagonistas, los reductores de colesterol y los trombolíticos.

[b]La bacteria del ataque cardiaco[/b]

Algunos expertos incluso anticipan que determinados procesos coronarios podrán tratarse mediante antibióticos, contra la «Chlamydia pneumoniae»: una bacteria que causa infecciones respiratorias, y al parecer está relacionada con la inflamación de los tejidos que se produce en los casos de infarto de miocardio, de angina de pecho y de muerte súbita cardiovascular.

En el campo del diagnóstico, los análisis de la dotación genética, de la estructura molecular de las células y de ciertas sustancias presentes en la sangre que indican un futuro daño vascular, permitirán conocer la susceptibildad de una persona a padecer determinada ECV. Asimismo ayudarán a detectar la dolencia cuando aún es incipiente y no da síntomas, con lo que podrán tomarse medidas para prevenir su aparición o progreso.

Pese a todos estos avances y a otros como el corazón artificial, la construcción de vasos sanguíneos mediante ingeniería genética o los futuros trasplantes de órganos de animales, poco podrá hacer la medicina sino la población no evita los grandes factores de riesgo que favorecen la ECV: una alimentación demasiado abundante en grasas saturadas y azúcares, el consumo excesivo de alcohol y de tabaco, la vida sedentaria, la obesidad.

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