CANCIÓN NÚMERO 30 “POR AMOR”

CANCIÓN NÚMERO 30 “POR AMOR”

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Dígale que no la pongan tanto, que van a cansar a uno!”. Así le dijo una señora a Rafael Solano una semana después del 22 de noviembre de 1968, la última de las tres noches en que se celebró el Primer Festival de la Canción organizado por la Asociación de Músicos, Cantantes y Bailarines (AMUCABA). Había ganado “Por Amor” y las emisoras no paraban de poner la versión en vivo grabada esa noche por Radio Antillas.
Solano estaba convencido de que el fenómeno no duraría mas dos semanas. “Verá como en poco tiempo nadie se acuerda de eso”, respondió a la quejosa señora, casi pidiendo perdón. Desde entonces, “Por Amor” ha sido grabada por más de cien voces distintas, decenas de idiomas y hay pruebas documentadas de que ha sonado en mas de 60 países repartidos en los cinco continentes.

La hoy archi-conocida melodía conquistó al público desde la primera noche, cuando aún se desconocía quién era el compositor. Las 30 canciones participantes en el festival habían sido presentadas bajo seudónimos y el orden de presentación fue repartido mediante un sorteo.

“Por Amor” quedó en el número 30, y luego del impacto de la primera noche el jurado se planteó una preocupación: los demás autores podrían sentirse en desventaja por el hecho de que la canción quedara convenientemente en el último turno, así que decidieron sortearlos de nuevo.

La canción quedó-¡otra vez!- en el número 30, y en un tercer sorteo, insólitamente, ocurrió lo mismo. El tema estaba destinado a cerrar.

Nóbel Alfonso era el locutor del evento y sabía quién era el autor del tema “Por Amor”, pues Alfonso pertenecía al grupo de amigos íntimos de Solano y ya la había escuchado en privado, pero aquellas tres noches, frente al público, no podía permitirse ningún gesto que diera tan siquiera una pista.

Como una esfinge, Nóbel casi recitaba, con total solemnidad: “canción número treinta: ‘Por Amor’. Autor: Don Cecilio. Interpreta Niní Cáffaro. Dirige la orquesta el maestro Rafael Solano”. Aplausos, alegría, lágrimas; así fueron las tres noches hasta ser declarado el tema ganador del primer lugar.

Una semana más tarde, la grabación estaba sonando en Puerto Rico y un mes después en México. Marco Antonio Muñiz, quien ya había grabado varias canciones del compositor, solía venir al país en las navidades a agotar una serie de presentaciones. Escuchó “Por Amor”, se la llevó, y pocos días después ya estaba grabada en su voz para la RCA Víctor.

Antes de dos meses, Rafael Solano tenía en varias paredes de su casa una colección de discos de cantantes que habían grabado la canción. Habían versiones en inglés, como la de Ertha Kitt, en portugués, como la de Altemar Dutra, una a ritmo de tango por Rubén Juárez…había de todo. Joseíto Mateo, por ejemplo, hizo una versión en ritmo de salsa y añadió en la grabación una simpática frase: “¡con tu permiso Niní!”

Manuel Troncoso, también compositor e íntimo amigo de Solano, sugirió – como buen abogado-registrar las canciones; la suya, “Canta mundo”, que había quedado en segundo lugar en el mismo festival, y la de Solano, “Por Amor”.

Troncoso iba para Puerto Rico y pidió al compositor las partituras de ambas y se ocupó de formalizar los registros en Peer Music. Posteriormente esto permitió saber, no con exactitud pero sí con gran certeza, la gran cantidad de países donde ha sonado (¡y todavía suena!), gracias al avanzado sistema de monitoreo con el que trabaja esa empresa.

Como todo fenómeno de popularidad, “Por Amor” no escapó a las polémicas, críticas, acusaciones y quejas.
En 1968 el país vivía la pos guerra bajo la fuerte represión del gobierno de los 12 años de Balaguer. El odio fraticida estaba latente y algunos sectores de la izquierda se sintieron molestos con el hecho de que una canción de ese tipo produjera tanta algarabía y celebración.

Las frases de “Por Amor”, su música, llamaban a abrazarse de una forma casi religiosa y a ciertos izquierdistas les pareció que Solano era “reaccionario” y le acusaron de ser “un instrumento de la derecha para desarticular la lucha revolucionaria”.

Absolutamente desconcertado, el compositor pidió consejo a su amigo el profesor Juan Bosch, quien recomendó tajante: “no conteste nada”. Solano, muy en sintonía con su marcada inclinación a no discutir, acató al pie de la letra.

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