Cancún espera por el regreso de los turistas

Cancún espera por el regreso de los turistas

POR BENEDICT MANDER
El huracán “Wilma” no solo paralizó la planta de energía del turismo mexicano en octubre, con enormes pérdidas mientras los hoteles, restaurantes y “night-clubs” de Cancún quedaban fuera de combate, sino que se llevó con él algo mucho más difícil de reemplazar: la playa de Cancún.

Después de sufirir cancelaciones masivas, los hoteles están recogiendo los pedazos rápidamente, con cerca de la mitad de la capacidad hotelera de Cancún con probabilidades de estar lista en enero. Los funcioanrios del turismo están desesperados porque la gente sepa que Cancún resurgirá de sus escombros como un lugar de destino para el descanso nuevo y mejor, mientras los negocios aprovechan del hiato en las visitas para maquillarse mejor.

Sin embargo, la ausencia de la playa-vitrina de Cancún pudiera poner en peligro los esfuerzos más entusiastas. “Si no hay playa, la gente no vendrá”, dice jean pierre Sorin, el gerente de Le Merdien, uno de los más de 40 sitios hoteleros más radiantes de México que alguna vez pudo alardear de estar a “solo un paso” de los 12 kilómetros de playa. Ahora, las olas lamen los límites de los hoteles, y el acceso a lo que fue la playa está restringido.

“Wilma” simplemente aceleró un proceso que ya se estaba produciendo desde que Cancún, como es ahora, empezó a existir, después de haber sido escogido por una computadora en 1967 como el lugar ideal para construir un balneario. Pero Andrés Chacón, un ingeniero de medio ambiente de SEMARNAT, el ministerio para el medio ambiente, admite que fue “una mala idea” construir hoteles en las dunas de la costa, en las cuales la vegetación desempeñaba una parte integral para la conservación de la playa. Al sustituir las dunas con hoteles, uno junto al otro, se desequilibró peligrosamente un ecosistema frágil.

“Es un desastre que estaba pronosticado”, dice Homero Aridjis, un escritor, presidente y co-fundador del Grupo de 100, un grupo ambientalista de artistas e intelectuales. Él dice que el desarrollo “caótico” de Cancún ha sufrido por “falta de visión y conciencia ambiental”.

“Lo más patético de todo esto es que se están repitiendo los mismos errores”, dice el señor Aridjis. Antes del ciclón “Gilbert”, en 1988, el huracán más severo que había azotado Cancún en los últimos tiempos, antes de “Wilma”, la playa de Cancún tenía 80 metros de ancho en algunos lugares, de acuerdo con el señor chacón. Las mareas han estado llevándose la arena de manera sostenida hacia el mar, en dirección al balneario cercano de Isla Mujeres, por lo cual el año pasado la playa se había reducido a 20 metros de ancho.

Ahora, a lo largo de la mayor parte de la costa, no hay nada.

De todas formas, hay planes para extraer la arena perdida que se ha acumulado en bancos en el mar, y regresarla a la costa. Un grupo de hoteles también colabora en un proyecto financiado con capital privado para proteger la playa de la erosión.

SEMARNAT espera ver la playa restaurada en unos 60 metros de ancho, aunque ese proyecto tomará no menos de seis meses y todavía buscan al contratista que lo haría -o acordar un precio. El paso siguiente sería regenerar las dunas costeras, que son decisivas para la supervivencia de la playa, lo cual pudiera tomarse un año, en el mejor de los casos.

Hay demasiado en juego. Se teme que Cancún esté perdiendo los destinos que se promovían por sí mismos para llenar la brecha en el mercado. “¿Para qué va a ir a Cancún cuando puede ir a Hawaii donde todo anda de maravillas? No sé cómo va a reaccionar el mercado del turismo”, dijo el señor Sorin.

Solo el estado caribeño de Quintana Roo, que incluye los balnearios de Cancún, Playa del Carmen, Cozumel e Isla Mujeres representa una tercera parte de los US$11 millardos anuales que recibe México del turismo, que equivale a 8% del producto interno bruto. El turismo está uperado solo por la monolítica industria del petróleo y las remesas de los diez millones en divisas de migrantes en EEUU que entran a la economía.

“Prevemos desastres futuros”, dice el señor Aridjis, quien teme que el cambio climático haya generado un aumento irrevolcable en la incidencia de huracanes en la región. Otras medidas claves para defenderse del deterioro del área incluyen la regneración de los dañados arrecifes de coral, en particular alrededor de Cozumel, donde los muelles de los barcos cruceros han perturbado el hábitat natural.

 “Los bosques, manglares y arrecifes coralinos han sido destruidos por el desaerrollo caótico”, dice el señor Aridjis. “Cancún ha sido infestado por la avaricia”.

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