Candela por arriba y por abajo

Candela por arriba y por abajo

El 171 aniversario que en el día de mañana celebraremos de la Independencia encuentra a los dominicanos, al igual que la arepa, con candela por arriba y por abajo, en un momento decisivo de los destinos nacionales que necesariamente obligarán a un sacudimiento patriótico de gran envergadura como el «podemos» griego o el español.

Con el recuerdo de las hazañas de los patriotas de febrero, que se impusieron a las adversidades internas como externas, unas con el pesimismo de quienes no creían en Duarte ni la futura nacionalidad y solo buscaban una anexión, y el externo, con el país occidental decidido a aplastarnos como nación para ser los súbditos de ellos a nombre de sus creencias de la una e indivisible, que se estipuló en el acuerdo de Basilea de 1795 entre España y Francia.

Para este aniversario, los dominicanos, atravesamos un momento que para muchos será decisivo por los acontecimientos, que se han venido desarrollando en los últimos tiempos, apuntando hacia un arrinconamiento de los valores morales y de conducta tradicionales, abandonados y entregarnos a los que, hábilmente y mucha inteligencia, han torcido los ideales y han corrompido a la sociedad con el crecimiento de la corrupción, del narcotráfico y las ostentaciones que ocurren en todos los niveles altos de la sociedad, con el empeño de cada ente en procurarse hacerse rico, a costa del clientelismo y permisibilidad de las autoridades estatales.

Desde aquella ocasión de 1963, que el presidente Bosch anunció que iba a bombardear el palacio presidencial de Puerto Príncipe, por unos incidentes fronterizos y que los altos mandos militares dominicanos disuadieron al presidente de que no ordenara tal cosa, no se vivía una situación tan delicada con el vecino país, a la que no se le pone atención debida, ante la oleada humana que cada día cruza la inexistente frontera, pese a que el CESFRONT anuncia cotidianamente el apresamiento de centenares de ciudadanos occidentales, pero la avalancha no se detiene y lo vemos como se llenan las calles de nuestras ciudades en horas de la tarde en las manadas de haitianos, que sin rumbo o ya con trabajo, deambulan en alegre romería, a sabiendas que aseguran su alimentación, que en su país no se les garantiza y mucho menos una identificación.

Es este aniversario, la candela que achicharra la otra cara de la arepa nacional es la corrupción, aceptada y estimulada por los estamentos políticos en el poder, que han partido de la creencia de que si los dominicanos reciben dádivas mal habidas, se quedan tranquilos disfrutando de bienes manchados, y a las camarillas políticas se les garantiza su permanencia en el poder en un momento que se nos destaca como el país de mayor crecimiento en el continente americano, pero tenemos los peores índices de pobreza e indigencia, sin saber cómo explicarnos esa dicotomía económica que refleja en que la corrupción tiene su alta cuota de responsabilidad.

A los dominicanos poco les importa de cómo hacerse ricos, pese a los intentos de adecentarnos que se han visto en los últimos tiempos, pero eso es una gota en el mar de confabulaciones para determinar la mejor forma de enriquecimiento. Este se logra a través de ser ciego y sordo al narcotráfico.

La pobreza y la indigencia hablan muy mal de los políticos gobernantes, que sus objetivos, fuera de todo patrón de la ciencia política, es tan solo de afianzarse en el poder para enriquecerse, llevando a cabo todo tipo de negocio en los estamentos oficiales, pese a que ahora se han transparentado ciertas actividades como los concursos para las escuelas y para las estancias infantiles, pero en otras ya existen los medios de burlarlas y se ve de como ciertas empresas arrasan en los concursos de suministros de mercancías y equipos a los ministerios.

Este aniversario es muy peculiar, por lo que ocurre en el país por la invasión sin control de los haitianos y de como la corrupción brinda ya un estatus social de importancia, que acoge con mucha complacencia a quienes han logrado aprovecharse de sus posiciones y codearse con los empresarios añejos que ya no están tranquilos por esa oleada de arribistas de los gobiernos peledeístas, con dirigentes que han engañado a capos del narcotráfico internacional y exhiben mayor poder económico al de los sectores tradicionales de largos años de labor empresarial.

 

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