Candelier es sorprendido

Candelier es sorprendido

NELSON CASTILLO
La parte más interesante del “fenómeno Candelier” es la espontaneidad con que se ha presentado. Cuando Candelier todavía no percibía ni remotamente la posibilidad de que un grupo de personalidades distinguidas le pidiera proclamarse candidato la presidencia, los ciudadanos serios y trabajadores de la nación comenzaron a vislumbrar en este hombre a persona idónea para salvar la nación del estado de derrumbe en que se encuentra.

El mismo Candelier desconocía su alto nivel de popularidad. Al principio él creía que se trataba de susurros de algunos amigos que le decían: “para salvar el país usted es el hombre que necesitamos”.

Los principales acompañantes del Candelier son ciudadanos decentes que no aspiran a vivir de la política, ni mucho menos se han integrados al proyecto en busca de conseguir posiciones en la administración pública para sus beneficios personales. La mayoría son personas de éxito en su vida profesional o empresarial, sin antecedente de politiquería y que asisten a este proyecto como un acto patriótico, porque sienten la necesidad de aportar sus conocimientos en los diferente a salvar la nación. Consideran que no se debe ser indiferente ante el derrotero en que se encuentra la sociedad dominicana. En este momento la indiferencia es sinónimo de lástima.

Recientemente nos reunimos un grupo de partidarios de Candelier, y allí transpiró un ambiente de sensatez y decencia. Se habló de salvar la nación integrando a toda la sociedad en la solución de los problemas. Se trató el tema de la crisis de los partidos y de la falta de credibilidad ante la opinión pública. Consideramos que esa situación nos afecta a todos, ya que dentro de nuestro proyecto no existe la nación de que los partidos políticos desaparezcan. Todo lo contrario, se considera que los partidos políticos mayoritarios dominicanos son parte innata de la sociedad y lo que necesitan es producir transformaciones que los coloquen en el tren de la historia contemporánea y del modernismo. Y sobre todo, que sean creíbles y sus aportaciones sean de trascendencia en el desarrollo nacional.

El país es como su casa, que debe ser confortable. A nadie le gusta vivir en una sociedad envuelta en miseria, marginación, falta de trabajo, corrupción y donde la delincuencia haya tomado las calles. Y hasta ahora el pueblo dominicano no ve en los políticos tradicionales nuestros, una vía por donde canalizar las soluciones a estos problemas.

Todos eso males han hecho que la población haya decidido hacer surgir, espontáneamente, un candidato que tiene la particularidad de no ser un producto impuesto como consecuencia de un campaña con cuantiosos recursos. Nada de eso, se trata de una proclamación surgida de la necesidad de los ciudadanos, quienes colectivamente han encontrado una alternativa al derrumbe del pueblo dominicano.

Con ese panorama, nos encontramos ante el “fenómeno Candelier”, que parece ser la respuesta del pueblo dominicano a su actual tragedia. Todo apunta a que parece ser inminente el triunfo de Candelier el 16 de mayo del 2008.

Los dominicanos sensatos y honestos que aman la nación, no quieren, ante la situación actual, encontrar en el pesimismo un consuelo. Hay salida.

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