Candidatos en campaña

Candidatos en campaña

ROSARIO ESPINAL
Ha comenzado la campaña electoral, permiso político para disuadir, mentir, herir y repartir.Muchos candidatos se postulan nuevamente, algunos cambian las fotos para producir una sensación diferente y confundir a la gente.

Fueron seleccionados en primarias, negociados en trueques o escogidos por la fama. El artilugio no importa, se han impuesto en competencia.

Quizás se identifiquen con números para pulsar botones en urnas electrónicas. Así no habrá que recordar sus nombres.

No tienen ideología ni planes de acción, basta con decir proyecto de nación. En la unión está la fuerza aun sin ideas, cualquier duda es pura tergiversación.

La honestidad no es criterio ni regla, es máscara carnavalesca que adorna la estrategia. La capacidad se esfuma entre maquinaciones y componendas. La vocación de servicio y el compromiso social son temas de libros viejos. La honorabilidad perdió en la contienda.

Son candidatos de asociaciones políticas con fines de lucro, alias partidos, que sin doctrinas, programas y normas operan como bancas de apuestas. Los candidatos compran boletos de ingreso al juego para luchar por un puesto.

Congestionan los periódicos, las estaciones de radio y los canales de televisión. Exhiben egos inflados en fotos retocadas, afiches, vallas y spot publicitarios. Llegan a los barrios con bolsillos repletos para el reparto. Allí les esperan con entusiasmo.

Buscan votos y están dispuestos al canje y engaño para captarlos. Ofertan al mejor postor al por mayor y detalle.

Oídos atentos para escuchar las mentiras más espectaculares del año. Pretenden movilizar varios millones de dominicanos el 16 de mayo. Abigarramiento de engaños no constituye obstáculo.  La memoria colectiva ha estado en sabático.

Consiguen dinero fácil de una extensa lista de contribuyentes.  Muchos esperan obtener ventajas si triunfan sus candidatos.  La experiencia demuestra que en la victoria el compinche es beneficiado. El resto de los mortales, hastiado, tendrá que aguantar el espectáculo.

Pocos confían en ellos, así lo indican todas las encuestas, pero es un oficio en gran demanda por las oportunidades que ofrece. Una candidatura trae fama, poder y dinero. Pleitos y muertos han habido por defender un cargo. Hasta en edad de jubilación vuelven a intentarlo. Los beneficios de cuatro años crean adicción y son espectaculares.

Viven en un ajetreo constante que sirve de antidepresivo. Si pierden, volverán a intentarlo. Si ganan, se dedicarán con empeño a ampliar sus propios beneficios. Luego saldrán ilesos como si lo irregular hubiese sido un numeral importante del contrato de trabajo.

Llenarán las páginas de la historia sin anotaciones trascendentales. A su paso por el gobierno dejarán intacto el atraso y la miseria.

En nombre de la democracia habrá derroche de pesos y promesas, pero el discurso de campaña será poco denso. El ensamblaje retórico dependerá si el candidato está en la oposición o el gobierno. Para el diseño del entuerto emplearán expertos de los medios.

Se harán proclamas, mitines y caravanas. Entretenimiento gratis todos los fines de semana.

La obra teatral prosigue en varios actos. Incluye escenas de conversación, maquinación, negociación, repartición, proclamación, alianzas, pactos, bloques, frentes, mitines, insultos, peleas y muertes. Si se avizora un desastre colosal firmarán un pacto de entendimiento para garantizar la convivencia y luego seguir haciendo lo mismo de siempre.

Epítetos e insultos desagradables se despliegan en ataques y contra ataques. La soga aprieta pero no ahorca, es parte del suspenso que mantiene vivo el entretenimiento. La fumigación está prohibida porque aniquilaría la especie.

Los candidatos son enemigos y aliados. Escenifican confrontaciones y combates pero al finalizar la batalla disipan las grandes rivalidades. Estarán fraternalmente unidos porque al pasar factura ninguno pagará la cuenta por los platos rotos en algarabías de campaña.

El desorden le queda al pueblo que después de las parrandas electorales permanecerá atónito en espera del bienestar prometido que probablemente no llegue.

Habrá cambios de personajes, el público no aguanta siempre la misma escena, pero el reparto central permanecerá intacto.  Mejor malos conocidos que buenos por conocer, dirán los políticos y sus adeptos entroncados en el sistema.

Resulta decepcionante verlos pasear en helicópteros y yipetas como los nuevos profetas de esta tierra, pero increíblemente logran concitar pasiones.

Por décadas han despojando el pueblo y nunca aparecen las pruebas para una condena. Cuando los acusados visitan los tribunales salen resarcidos, convertidos en víctimas y héroes, aunque en sus caras de fechorías estarían las pistas para encontrar pruebas contundentes.

La corrupción y algarabía mantienen compacto el sistema. La impunidad es garantía de estabilidad. Las elecciones permiten la rotación de ganadores y perdedores temporalmente.

Esta realidad arrebata los hasta los buenos deseos, pero como creo en el derecho de los pueblos a elegir y vigilar sus gobernantes, pregunto:

¿Podrían los candidatos en reelección rendir cuentas honestas antes de pedir más apoyo electoral del pueblo? ¿Podrían los candidatos nuevos indicar razones legítimas que les hacen merecer la confianza popular?

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