En medio de un panorama tétrico en términos electorales para la oposición, la candidatura presidencial del Lic. Hatuey Decamps Jiménez le ha devuelto la honra y la vergüenza al debate político actual por el simbolismo que representa y sus posturas históricas en contra de la reelección. Las últimas intervenciones del emblemático dirigente político han sido claras, contundentes y antológicas porque ponen una vez más al descubierto las debilidades, vicios, prejuicios y falta de visión de la oposición, que prefirió ser cabeza de ratón y no cola de león, reivindicando aquella famosa tesis de don Juan Isidro Jiménez Grullón sobre la llamada farsa izquierda dominicana.
No fueron capaces de ponerse de acuerdo y convirtieron diferencias secundarias en antagónicas y los resultados que se avecinan son catastróficos y la responsabilidad de esa torpeza caerá sobre los hombros de ese liderazgo intransigente y sectario que sigue atrapado en fórmulas erráticas del pasado.
Los ingentes esfuerzos realizados por Hatuey, cuya residencia se convirtió en una especie de santuario de la oposición, chocaron contra una muralla de ambiciones personales, egos y ceguera política.
Como se explica que el PRM y su candidato presidencial Luis Abinader soslayaran y hasta minimizara un acuerdo con el Partido Revolucionario Social Demócrata que le iba a sumar prestigio, fortaleza ideológica y hasta un canal de televisión. Eso fue un error imperdonable cuyas consecuencias se verán en pocos días.
El Lic. Hatuey Decamps ha sido casi siempre profético en sus vaticinios políticos y ahora obligado por las circunstancias ha tenido que asumir una candidatura presidencial que pone de manifiesto su coherencia y principios antirreleccionistas.