Candidaturas triunfantes

Candidaturas triunfantes

PEDRO GIL ITURBIDES
Refiere don Rufino Martínez que muy temprano durante la campaña política, don Francisco José Peynado advirtió el avance del general Horacio Vásquez. En cierta medida, lo desanimó la palpable posibilidad de un triunfo de su contrincante. En vez de reforzar el proceso en el cual se había involucrado, decía que no era político. Aunque estaba invirtiendo una fortuna de su peculio, se mostraba inclinado a no luchar por la recompensa del triunfo. Quienes lo rodeaban reconocieron ese estado de ánimo. La maquinaria política armada alrededor de su fama y su dinero comenzó a resquebrajarse.

Al retrotraer el pensamiento a aquellos sucesos relativamente lejanos, no se puede menos que comparar lo vivido entonces con la situación de Mario Vargas Llosa. El conocido novelista peruano fue exaltado en una oportunidad, por amigos y grupos independientes del Perú, a la nominación por la Presidencia de la República. La inocultable corrupción patrocinada por el presidente Alan García, mismo que ocupa hoy, por nueva vez, la Primera Magistratura de ese hermano país, catapultó la candidatura.

Horas antes del cierre del período para la admisión de candidaturas, un desconocido profesor universitario se presentó en un programa de televisión. Alberto Fujimori fustigó a los políticos tradicionales, y a los partidos en los que éstos se cobijan. Sostuvo que la corrupción patrocinada por los políticos, y legitimada en el quehacer partidario, era responsable por la pobreza de los peruanos. Habría de recordar Vargas Llosa poco después, en una especie de autobiografía de ese aspecto de su vida, que el desconocido profesor amaneció con un alto porcentaje de simpatías del electorado.

Contendores ahora para la primera ronda, los altos niveles de preferencia alcanzados por Vargas Llosa a través de un largo tiempo, comenzaron a descender. En la primera ronda de los comicios, el desconocido profesor alcanzó una votación elevada, cercana a la lograda por Vargas Llosa. El afamado novelista optó por el retiro, en un evidente acto de despecho. En tales circunstancias, el chinito, como le llamaron por sus rasgos orientales, fue electo para la Presidencia de la República.

En cierta medida, actuó entre los peruanos tal cual lo hiciera el Lic. Peynado entre los dominicanos, alrededor de sesenta años antes. ¿Qué factores determinan el triunfo de un aspirante a la Presidencia de la República? En el éxito, en cualquier forma de éxito, interviene una combinación de trabajo y dedicación, tesón y perseverancia, y habilidades y aptitud hacia aquello que se procura. Y suerte. Tal vez este último elemento sea descartado por quienes rechazan el azar en la vida de los seres humanos. La elección del general Horacio Vásquez, en 1924, prueba que todos esos factores son indispensables.

Pero también lo prueba la elección de Fujimori en 1990. Vargas Llosa atribuyó ese triunfo al respaldo propagandístico y financiero que logró Fujimori de la cadena Panamericana de radio y televisión. Pero si Fujimori obtuvo ese respaldo, que no lo consiguió el novelista, fue porque lo arropó una suerte que no le fue deparada a él. O una diligencia que él no realizó.

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