Caníbal de Ronteburgo buscaba más víctimas

Caníbal de Ronteburgo buscaba más víctimas

KASSEL, Alemania, Dic 8 (AFP).- Armin Meiwes, el «caníbal de Rotenburgo» (centro de Alemania), admitió este lunes ante el tribunal que lo juzga en Kassel que hace un año, antes de ser detenido, buscaba más víctimas para devorarlas, porque veía que se le terminaba la carne humana que tenía guardada en el congelador.

En el segundo día de un proceso sin precedentes en la historia judicial alemana, la corte vio a puertas cerradas un vídeo casero mostrando la atroz muerte del ingeniero berlinés Bernd Juergen Brandes, de 43 años, el 10 de marzo de 2001, el descuartizamiento de su cadaver y la espeluznante ingestión de parte de su anatomía.[tend]

Meiwes, un especialista en computadoras de 42 años, cortó el pene de su víctima y juntos lo comieron después saltearlo a la plancha. «Ni siquiera cocido era comestible», confesó Meiwes, quien hablaba calmadamente ante los jueces y relataba pormenorizdamente con toda frialdad los detalles del hecho.

El canibal se declaró, sin embargo, decepcionado de su primera víctima. Dijo que cuando tomaron contacto a través de internet el ingeniero había dado una edad menor de la que tenía realmente y era más gordo de lo deseaba.

«Espero encontrar otra víctima, porque la carne que tengo en el congelador se me termina pronto», confió Meiwes a un amigo a través de un e-mail en poder de la policía.

Si se hubiera presentado la oportunidad, hubiera matado a más personas, declaró. Con su nueva víctima Meiwes pensaba cocinar y comer algunas de las partes anatómicas de Brandes.

Efectivos de la policía alemana que participaron en las investigaciones prestaron testimonio ante la corte y señalaron que en las pesquisas habían puesto al descubierto una red de canibalismo en Alemania.

«A este círculo pertenecen dentistas, maestros, cocineros, funcionarios públicos y artesanos», dijo el detective Wilfried Fehl, de la policía de investigaciones del Estado federado alemán de Hesse.

«Son gente como el promedio de la sociedad, son personas absolutamente normales», agregó. La policía no pudo hallar más víctimas tras estudiar los más de 400 contactos que entabló Meiwes a través de su correo electrónico.

En el vídeo presenciado por los jueces se mostraban hasta los más mínimos detalles del cruento acto: cómo Meiwes cercenaba el pene a Brandes, lo degollaba después de quedar inconsciente tras 10 horas de perder sangre y descuartizaba su cuerpo sin vida.

En el interrogatorio, la corte se ocupó intensamente de establecer hasta qué punto Meiwes se sintió estimulado sexualmente por la muerte y el descuartizamiento de su víctima.

«Yo no quería matar, herir o causar dolor, yo sólo quería el cuerpo y la carne», dijo a los jueces el caníbal de Rotenburgo, una pequeña localidad situada en la ruta de los célebres cuentos de los hermanos Grimm.

El fiscal lo acusa de asesinato para satisfacer sus instintos sexuales. La defensa aduce que fue «homicidio a pedido».

Los policías testificaron ante la corte que Meiwes procuraba docilizar a Brandes para sus propósitos, y que en general sondeaba los deseos y peculiaridades de sus víctimas potenciales para aprovecharse de ellas.

Meiwes reiteró que su víctima había deseado morir y que por lo tanto no se trataba de un asesinato, sino de un acto de asistencia al suicidio. «El me regaló su cuerpo», afirmó.

«Esto es un tabú y por eso tengo que justificarme ante Dios y ante el mundo entero. Si hubiera ido al psicólogo un par de años antes, esto no hubiera llegado tan lejos», dijo el caníbal de Rotenburgo después de leer las actas de las investigaciones.

Meiwes sonreía de vez en cuando durante el juicio, como si disfrutara cuando los policías que lo habían interrogado después del crimen declaraban que al principio no daban crédito a lo que oían.

Una agente de la policía relató que al comienzo el acusado había presentado sus predilecciones canibalísticas «un poco como al estilo de un lobizón» al que supuestamente le asaltan esos impulsos con cada luna llena.

Otro agente dijo que Meiwes se mostraba orgulloso del hecho cometido y no daba señales de arrepentimiento durante los interrogatorios. «Estaba contento de contar a alguien su historia» y daba la impresión de sentirse aliviado por ello, agregó

La policía encontró en la casa de Meiwes 304 casettes y CD-Roms con fotos y filmes de contenido sexual. El acusado retocaba las fotos en internet cortando virtualmente las cabezas de las personas en las imágenes y haciendo que sus cuerpos aparecieran desangrándose.

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