Canto a la esperanza en el 2007

<p>Canto a la esperanza en el 2007</p>

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Esta noche cuando el ritmo inexorable del tiempo marque el advenimiento del 2007, dominicanas y dominicanos debemos invitarnos no sólo a la dicha, la salud y el bienestar económico, sino también a la esperanza en que podemos construir un futuro más esplendoroso para todos.

Es preciso y oportuno que hagamos invocaciones por la esperanza de que en este nuevo año podremos avanzar en los esfuerzos por organizarnos mejor como sociedad, distribuir mejor el ingreso y practicar la justicia.

Cuando pasamos balance al año que se nos escapa, llegamos siempre a la conclusión de que son grandes nuestras carencias y degradaciones y muchos y muchas se “achicopalan” y reafirman la tendencia al pesimismo y a considerar el país como el fin del mundo.

Por supuesto que las mejores personas tienen que sentirse siempre insatisfechas, impulsadas a reclamar mejores formas y comportamientos de vida, mayor justicia y equidad, más participación social y más decencia en la vida pública.

Pero son muchos los que cultivan el pesimismo y siendo de los buenos se dejan atrapar por las frustraciones que inhiben las fuerzas espirituales y las voluntades sociales, dando paso al aislamiento y al individualismo. Ciertamente que hay muchas razones para que nos sintamos inconformes y seamos tentados por el sentimiento pesimista. Pero son más las que nos inducen al trabajo creador, a la asociación con los vecinos para sembrar esperanza e incubar nuevas formas de contribuir a mejorar el entorno social.

En los últimos tiempos es recurrente el diagnóstico sobre el decurso degradante en que se encuentran los partidos políticos y con ellos la forma de administrar la cosa pública. Pero nos olvidamos de analizar las limitaciones y carencias del resto de la sociedad.

No podemos referirnos al nivel individual, sino al societario, al de las organizaciones que, además de los partidos, son la expresión viva del conglomerado social, de todos aquellos que se niegan a ser masa amorfa empujada por el tiempo.

Estamos pensando en la “llamada sociedad civil”, que durante el 2006 no parece haber avanzado hacia nuevas formas de participación en la gestión del futuro dominicano. Por momentos parecería que hasta hubo retrocesos y los consorcios sociales redujeron su influencia, ya en el Foro Ciudadano, en la Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad o en los diversos bloques sectoriales que en la última década han sido protagonistas de las luchas por la institucionalidad democrática y la justicia.

Ciertos estancamientos y hasta retrocesos son lamentables, tanto como la renuencia de algunos a entender que las sociedades más avanzadas son aquellas en que se multiplican los grupos de ciudadanos y ciudadanas que trabajan por el desarrollo, desde las instancias vecinales y comunitarias, las sindicales, profesionales y empresariales, las religiosas y educativas, las del orden cívico-político y esa inmensa gama de entidades de servicios.

Tal vez hubo exceso de ilusiones sobre la eficiencia de las reformas políticas y sociales, de la justicia y los poderes públicos, que se promovieron en las últimas dos décadas. Y al no ver los frutos esperados algunos deciden tenderse sobre el terreno a llorar frustraciones.

Ojalá que el 2007 marque un nuevo tiempo de reflexión y avances y que podamos renovarnos en la esperanza. Tenemos mucho que reorganizar en el país. Otros lo han logrado y no hay razón para creer que nosotros estamos condenados al atraso y el desorden social. Levantemos nuevos cantos a la esperanza en el futuro esplendoroso que han soñado tantos buenos y buenas dominicanas.-

Publicaciones Relacionadas