Canto lírico dominicano

Canto lírico dominicano

Fue en la antigua Grecia donde se perfeccionó ese melodioso instrumento de cuerdas,antecesor del arpa y de la guitarra, denominado lira. Desconocemos las razones por las que en la cultura helénica se tomó esa herramienta musical para acompañar al solitario cantar del Homo sapiens.
Es durante el periodo renacentista, ubicado entre el final de la Edad Media y el inicio del modernismo; en la ciudad italiana de Florencia, en donde alcanza su apogeo el canto lírico. La ópera italiana desarrollada por Rossini, Donizetti, Puccini, Verdi y Bellini, entre otros, hizo eco a nivel popular en la República Dominicana en la década de los cincuenta del recién pasado siglo XX, durante la celebración anual de la Semana Aniversario de La Voz Dominicana, radioemisora propiedad de Petán Trujillo, hermano del jefe dictador. Previamente de las conocidas victrolas de la RCA Víctor emanaba como magia, la voz de nuestro tenor puertoplateño, Eduardo Brito, quien a principio de siglo se había paseado victorioso por el viejo continente y los Estados Unidos.
A finales de siglo tuve la dicha, junto a la esposa de viajar a Austria en calidad de perito médico forense, prosector de la autopsia realizada al famoso cantante popular alemán Falco. Aprovechamos la estadía para asistir al teatro y entretenernos con una ópera de Richard Wagner. El cansancio del largo vuelo no nos permitió el disfrute total de la función.
Agradezco infinitamente la gentileza del compañero Félix Jiménez, presidente de Refidomsa PDV, quien nos cursó una invitación para los festejos del cuadragésimo sexto aniversario de dicha institución, ofreciéndonos el concierto de gala “La Canción Lírica Dominicana”.
El jueves 28 de marzo de 2019 en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, siendo las 8:45 pm, once talentosos músicos bajo la batuta de nuestro autóctono maestro, orgullo nacional, Manuel Tejada, se adueñaron casi por encanto de un selecto público heterogéneo, compuesto mayormente por gente que abrió sus ojos previo a la media centuria pasada. También había una considerable representación de jóvenes del nuevo milenio y otros nacidos a finales del siglo veinte. Todos quedamos hipnotizados bajo el hechizo de voces, piano, flauta e instrumentos de cuerda.
María de Fátima Geraldes y Elioenai Medina se encargaron del teclado. La soprano Pura Tayson y la mezzo soprano Anna Tonna hicieron equilibrio de género con los tenores Otilio Castro y José Heredia.
La música de don Julio Alberto Hernández, Aura Marina del Rosario, Enrique de Marchena, Juan Francisco García, Billo Frómeta, Luis Rivera, Ramón Díaz, José Dolores Cerón y Nelson Lugo Camarena sirvieron de ingredientes para el manjar interpretado por la Camerata de Santo Domingo.
Distinto a lo acontecido en Viena, no hubo forma de apartar el oído y los ojos de tan bello espectáculo artístico. El atento auditorio solamente se sentía cuando irrumpía con los merecidos aplausos que se ganaban los ejecutores. La actividad no tuvo intermedio en la función. A las 10:15 pm fue que volvimos a tener real noción del tiempo; hubiésemos querido que José Heredia y Pura Tayson, quienes magistralmente cerraron la presentación interpretando el Dulce recuerdo, de don Julio Alberto Hernández, retornaran al impresionante inicio con Anna Tonna, Otilio Castro y María de Fátima en el piano.
¡Todo un concierto, sin desperdicios!
Gracias Felucho por permitirnos viajar al ayer y convencernos de que Eduardo Brito, Rafael Sánchez Cestero, Arístides Incháustegui y Violeta Stephen tienen su relevo generacional asegurado.

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