Canto triste a la patria amada

Canto triste a la patria amada

Patria…
y en la amplia bandeja del recuerdo,
dos o tres casi ciudades,
luego,
un paisaje movedizo,
visto desde un auto veloz:
empalizadas bajas y altos matorrales,
las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria,
la triste sonrisa de las flores
que salpican de vivos carmesíes
las diminutas sendas.

Una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda,
un hombre que exprime paciente su inutilidad,
los asnos y los mulos,
miserable coloquio del hueso y el pellejo;
las aves del corral son pluma y canto apenas,
el sembrado sombra, lo demás es ruina…

Patria,
en mi corazón un acerico
en donde el recuerdo va dejando
lanzas de bien agudas puntas
que una vez clavadas temblorosas quedarán
por los siglos de los siglos.

Patria,
sin ríos,
los treinta mil que vio Las Casas
están naciendo en mi corazón…

Patria,
jaula de bambúes
para un pájaro mudo que no tiene alas,
Patria,
palabra hueca y torpe
para mí, mientras los hombres
miren con desprecio los pies sucios y arrugados,
y maldigan las proles largas,
y en cada cruce de caminos claven una bandera
para lucir sus colores nada más…

Mientras el hombre tenga que arrastrar
enfermedades y hambre,
y sus hijos se esparzan por el mundo
como insectos dañinos,
y rueden por montañas y sabanas,
extraños en su tierra,
no deberá haber sosiego,
ni deberá haber paz,
ni es sagrado el ocio,
y que sea la hartura castigada…

Mientras haya promiscuidad en el triste aposento campesino
y sólo se coma por las noches,
a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados
y llevarle por extraviadas sendas,
por los ranchos,
por las cuevas infectas
y por las fiestas malditas de los hombres…

Patria,
y en la amplia bandeja del recuerdo,
dos o tres casi ciudades,
luego,
un paisaje movedizo,
visto desde un auto veloz:
empalizadas bajas y altos matorrales…
Héctor Incháustegui

Este hermoso poema escrito hace mucho tiempo por don Héctor Incháustegui, cuya poesía es considerada como una de las más importantes a nivel de las Antillas. Orgullosamente dominicano, autor de una importante producción ensayística también. Pensador profundo, crítico social, denunciaba valientemente la justicia y defendía sin dobleces a los marginados de la vida. Murió en 1979 con apenas 67 años.
Gran parte de su vida académica la desarrolló en la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Yo no tuve la oportunidad de conocerlo. Lo vi por los caminos de la institución en Santiago en mi época de estudiante. Ya entonces amaba su poesía y la profundidad de sus pensamientos.

La poesía “Canto Tristea la Patria bien Amada” fue uno de los 20 poemas que Sonia Silvestre seleccionó para su famoso concierto “Sonia canta a los poetas de la patria”. Fue hermosa la musicalización de este manojo de tristes versos que denunciaban una patria plagada de injusticias, y a la que era difícil amar y defender. Entonces cobró más sentido en mi vida, y desde entonces, hace ya varias décadas, la evoco, la tarareo y la canto junto a Sonia.

Hoy lo traigo a este Encuentro, porque el 26 de enero se inició, otro año más, el llamado “Mes de la Patria”. Las banderas ondean en todas las oficinas públicas, en algunas casas. El otro día, vi que la fuente frente al Congreso de la República está rodeada de banderas, lo mismo ocurre con la Plaza de la Bandera al final de la avenida 27 de Febrero. Transitando por los caminos de esta tierra, presencié varias escuelas que en sus murales pintaron rostros que querían rememorar a los padres de la patria. Vi un Juan Pablo Duarte más delgado que de costumbre, a un Francisco del Rosario Sánchez más oscuro y a un Ramón Matías Mella con enormes bigotes. El esfuerzo por rescatarlos fue loable, la labor artística, no tanto.

Y como me ocurre siempre, me puse a pensar. ¿Qué significa la patria hoy? ¿Qué piensan los jóvenes que nacieron en este siglo, en una actualidad caracterizada por el desapego general a los valores tradicionales, como el amor a la patria? ¿Qué significado tiene la patria en una sociedad globalizada y dominada por el mercado, cuyos productos trascienden las fronteras y dominan y unifican el gusto de los consumidores?

Siento pena por esta patria creada con el sacrificio de los jóvenes que dedicaron sus vidas a luchar por construirla. Pienso en aquellos que juraron con su sangre luchar hasta la muerte, como fueron los trinitarios. O en las mujeres y los hombres que se inmolaron por la libertad durante la dictadura de Trujillo. O los jóvenes que abrazaron la ideología socialista para lograr una sociedad justa e igualitaria.

Siento pena por esta patria en cuyo nombre se construyen discursos hipócritas, torcidos, repugnantes de aquellos depredadores de la vida que se autodefinen líderes, y que yo los califico, líderes de pacotilla.

Ay, ay, ay patria mía, que en este carnaval político te mencionan para mancillarte. Ay patria mía que en esta vorágine electoral te pisotean a cambio de una botella de ron, o de unos pesos por llenarte la cabeza de rolos de pelo.

Cuánto me duele, patria querida, patria amada, que todavía a dos décadas de haberse iniciado el siglo XXI, tengamos que realizar campañas para que el pueblo no venda su conciencia ni su voto por un mendrugo, por una limosna.

¡Quién podría imaginarse que en el siglo XXI tengamos mal llamados líderes que parecen extraídos de la época de Concho Primo! ¡Que todavía persista el temor al fraude! ¡Cuánto me duele el oportunismo, el transfuguismo, la venta de la conciencia para saciar el hambre!

Y mientras tanto, sigue la fiesta bravía sin pensar en el mañana. Sigue el inmediatismo, el egoísmo y la ambición dominando el escenario social y el político. Porque tener y dominar a los otros se ha convertido en binomio ganador de esta sociedad que se resiste a cambiar. Me duele, me duele tener este sentimiento profundamente triste, porque este país hermoso, esta patria nuestra se desangra.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la busque,
no pregunte por ella.

Siga el rastro goteante por el mapa
y su efigie de patas imperfectas.
No pregunte si viene del rocío
o si tiene espirales en las piedras
o si tiene sabor ultramarino
o si el clima le huele en primavera.
No la busque ni alargue las pupilas.
No pregunte por ella.
Pedro Mir.

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