Caos en la conducción de vehículos

Caos en la conducción de vehículos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
A medida que aumenta la circulación de toda clase de vehículos de motor las fallas de los conductores son más evidentes al frente de un volante, lo cual ha provocado un alza en la tasa de accidentes y con las consecuentes pérdidas trágicas de vidas, debido a la imprudencia, casi crónica de los conductores dominicanos.

De nada sirven las campañas de orientación para un manejo prudente por las calles y carreteras, ya que la facilidad con que se obtienen las licencias, conduce a que más irreflexivos utilicen los vehículos para atacar y manejar a la ofensiva, creyendo que son los dueños de las vías públicas.

Sólo basta observar cómo se comportan los conductores, en horas de la tarde, en las congestionadas vías en el polígono central y en avenidas como la Ortega y Gasset, la Tiradentes y la Núñez de Cáceres, en que el 90% de ellos obstaculiza el acceso de las calles que cruzan esas vías, evitando el desahogo rápido de las mismas. Es frecuente ver que si alguien permite que los vehículos crucen la calle, de inmediato aparece algún desaprensivo e irreflexivo y obstaculiza ese desahogo, con lo cual los tapones resultan más perjudiciales. Y en eso, las conductoras creen que no deben permitir esa apertura, para que los vehículos crucen, son las primeras en cerrar el paso.

Además, los conductores dominicanos no sabemos doblar a la izquierda en una intersección, ya que en lugar de doblar en 90 grados lo hacemos siempre en diagonal o 45 grados, lo cual interfiere con la circulación. Ahora el problema es que si el conductor que conoce las reglas internacionales de tránsito lo hace correctamente, provoca un tapón, ya que otro viene por detrás y cruza en diagonal y se arma el nudo de perros tan típico en las calles.

Resulta paradójico que con tantas imprudencias que se cometen a diario en la circulación, la cuota de accidentes no es tan elevada, como lógicamente debería suceder. Es que estamos obligados a circular a baja velocidad, por el explosivo aumento de los vehículos en circulación.

Pero esto no ocurre en las carreteras principales de interconexión con las demás ciudades nacionales, ya que al estar en tan buenas condiciones, invitan a superar los límites de velocidad, y es frecuente que en la Duarte, en ruta a Santiago, se superen los 140 kilómetros por hora para casi todos los carros y las patanas vacías. Esto provoca un alza en los accidentes mortales, ya que por la velocidad, es poco probable que alguien pueda sobrevivir a un vuelco o a una colisión. Incluso en los días de lluvias no se toman precauciones marchando a velocidad prudente o llevando las luces encendidas, sino que cuando un vehículo va al frente a baja velocidad la colisión no se hace esperar, debido a que el pavimento está mojado y los frenos no responden con la debida rapidez.

De nuevo volvieron las patrullas de caminos a las vías pero con más comedimiento, distinto a aquellos afanes que tenían en la búsqueda de la propina del conductor que era detenido antojadizamente, tan solo para molestarlo y reclamarle una contribución. Con la asistencia policial actual, se tiene mejor vigilancia, pero los choferes dominicanos no han sabido corresponder a esa acción de adecentamiento, sino que han aumentado la velocidad en las autopistas, especialmente las nefastas patanas y tanqueros de algunas empresas, que cuando regresan vacíos a la capital, se creen ser los dueños de las carreteras.

La educación es fundamental para lograr que los conductores adquieran conciencia de que en sus manos llevan un arma mortal. Conducida con imprudencia, no sólo provoca la muerte de los semejantes, sino de ellos mismos, además de la pérdida de maquinarias valiosas, lo que, aún cuando tengan un seguro “full”, no deja de constituir una calamidad para los herederos o para los muchos padres que con tanto gusto le cedieron el vehículo a sus hijos jevitos, que embriagados por drogas, alcohol, etc., siembran el luto en las calles o autopistas como ocurrió recientemente en la avenida 27 de Febrero.

Las autoridades de tránsito deben tener siempre en mente la forma de impactar en la conciencia de los conductores dominicanos, para que sean más prudentes y que aprendan a conducir por las calles de las ciudades dominicanas para hacer menos pesados los tapones, y especialmente, que no obstaculicen las intersecciones de las calles principales o secundarias, además que aprendan a doblar a la izquierda.

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