Caos provocado por atentados 11-S

Caos provocado por atentados 11-S

WASHINGTON, (AFP).- El informe de la comisión investigadora del 11 de septiembre de 2001, que incluye desde las palabras falsamente tranquilizadoras de los aeropiratas hasta la locura vivida por los responsables de la seguridad aérea, expone el escalofriante cuadro de un país atacado sorpresivamente por un enemigo devastador.

El informe preliminar de la investigación, divulgado ayer por la comisión independiente sobre los ataques, reveló la implacable frialdad de los terroristas suicidas al mando de los cuatro aviones que mataron a unas 3.000 persones en Washington y Nueva York.

«Tenemos los aviones. Quédense tranquilos y todo saldrá bien. Regresamos al aeropuerto», dijo uno de los aeropiratas a bordo del vuelo 11 de American Airlines, tras el despegue de Boston, apenas 22 minutos previo a estrellarse contra una de las torres gemelas del World Trade Center (WTC) en Nueva York.

Unos segundos más tarde: «Que nadie se mueva. Todo va a estar bien. Si intentan algo, ponen en peligro al avión y a ustedes mismos. Simplemente mantengan la calma».

Diez minutos más tarde, el aeropirata toma nuevamente el micrófono: «Que nadie se mueva, por favor. Regresamos al aeropuerto. No intenten nada estúpido».

En ese momento, los controladores aéreos de Boston comienzan a darse cuenta de lo que sucedía e intentan desesperadamente llamar por teléfono para advertir al Ejército. Finalmente se contactan con el Sector de Defensa Aérea Noreste (NEADS, en inglés) a las 8h37.

«Tenemos un problema. Tenemos un avión secuestrado que se dirige a Nueva York y los necesitamos. Necesitamos a alguien que envíe F-16 u otra cosa para ayudarnos», dice un controlador.

«)Es verdad o se trata de un ejercicio?», le preguntan.

«No, no se trata de un ejercicio, no es un test».

Nueve minutos más tarde, el Boeing 767 se estrella contra la torre norte del WTC. La pesadilla de los estadounidenses acaba de iniciarse.

Casi al mismo tiempo, el vuelo 175 de United Airlines, en viajo de Boston a Los Angeles, entra en el espacio aéreo de Nueva York. Su transpondedor -aparato que permite que los controladores sigan su itinerario- fue desconectado por los terroristas.

Los controladores neoyorquinos intentan alertar a sus superiores, que les mandan decir que están demasiado ocupados con el primer avión secuestrado.

Un responsable del centro de comandos de la Administración Federal de Aviación (FAA, en inglés) en Virginia (este) no puede dominar su pánico: «Tenemos varios problemas. Todo se acelera. Necesitamos ayuda militar», dice por teléfono. Un minuto después, a las 9H03, el vuelo 175 se estrella contra la torre sur del WTC.

Entretanto, el vuelo 77 de American Airlines, en viaje de Washington a Los Angeles, da la vuelta de regreso a la capital, generando una enorme confusión entre los controladores aéreos.

Aviones de combate despegan, tras recibir la orden del Ejército de interceptar un vuelo que creen que es el número 11, de American Airlines, que desciende hacia Nueva York. Mal orientados, en vez de doblar hacia el norte, se dirigen hacia el océano, a 240 km de allí.

Tras ubicar al vuelo 77, el piloto de un avión de transporte que volaba en su cercanía dice a los controladores aéreos: «Parece que el avión se estrelló contra el Pentágono».

Se abre el último acto del drama. El vuelo 93 de United Airlines, que había despegado de Newark (Nueva Jersey, noreste) hacia San Francisco (California, sudoeste), también desconectó su transpondedor y giró en dirección a Washington.

Controladores del sector sugieren informar a la Fuerza Aérea. El Ejército pide a las autoridades de la FAA que decidan respecto a un eventual uso de aviones cazas. La respuesta que obtiene de un funcionario fue: «Se fueron todos de la habitación».

El vuelo 93 se estrelló en un campo de Pensilvania a las 10H03 tras una intervención de los pasajeros, y justo antes de que el vicepresidente, Dick Cheney, diera la orden, desde su refugio, de derribarlo en pleno vuelo.

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