Capacidad de respuesta

Capacidad de respuesta

Una evaluación técnica hecha por especialistas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha detectado grandes debilidades en la capacidad de respuesta de la República Dominicana para enfrentar los efectos de desastres naturales.

Si algo hay que reconocer es que esa evaluación fue solicitada por el Gobierno a través de la Comisión Nacional de Emergencia con el interés hacer las adecuaciones necesarias para poder garantizar la protección que demanden las circunstancias en situaciones de desastre.

Lo primero que detectó el equipo técnico de la OCHA fue la falta de un plan de contingencia de carácter permanente, que permita responder no sólo en períodos como Semana Santa, cuando se movilizan decenas de miles de vacacionistas, o en Navidad, sino cuando un desastre natural haga necesario que se desarrollen operaciones de emergencia para la protección de vidas y bienes.

-II-

Nuestras debilidades ante cualquier tipo de contingencia que implique riesgos para vidas y propiedades son de varias índoles. El incendio de una cárcel en Higüey, que dejó 136 víctimas muchas de las cuales fueron sepultadas en fosas comunes y sin identificar pone de manifiesto no solo falta de equipos adecuados, sino también de criterios para el manejo de estas situaciones.

Las veces que hemos sido azotados por perturbaciones atmosféricas hemos dado respuestas tardías y a veces tan inadecuadas, que provocan que la condición de damnificado se prolongue más tiempo de lo prudente.

El otro aspecto débil es que la respuesta de los organismos de socorro y del Estado no es uniforme para todos los casos en que haya vidas en riesgo y daños estructurales. La acción oficial ante los embates de la tormenta Jeanne en la zona Este del país, donde hay cuantiosa inversión turística contrasta con la que se ha puesto en marcha cuando el desastre ocurre en zonas económicamente deprimidas, aunque en ambos casos los efectos sobre vidas humanas deben ser equiparados.

Todavía en la zona Norte hay escuelas dañadas por los sismos que no han sido reparadas y eso no tiene justificación alguna.

-III-

Es una lástima que no hayan sido divulgados los puntos débiles de nuestros instrumentos para enfrentar desastres naturales. Su divulgación permitiría que entidades privadas y personas especializadas en mitigación de desastres aportaran ideas para mejorar nuestra respuesta ante contingencias de ese tipo.

Además del estudio hecho por técnicos de la ONU, sería útil que tanto las fallas como las recomendaciones de la OCHA sean divulgadas, tanto para conocimiento general de la nación como para dejar abierta la posibilidad de un debate constructivo sobre el particular.

En cualquier caso, un aspecto que debe integrarse a las correcciones de nuestros medios para enfrentar contingencias debe ser el de la solidaridad humana, que ha decaído bastante.

Nuestros aportes en ayuda a otros países afectados por desastres naturales han sido muy tímidos en comparación con la generosidad que han mostrado otros países para con nosotros en situaciones similares. En septiembre del 2004 el huracán Iván provocó daños muy serios en islas del Caribe y nuestra ayuda brilló por su ausencia. Del mismo modo, fue ridícula la suma reunida para ayudar a las víctimas del tsunami en el sudeste asiático. Tenemos mucho por arreglar.

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