Los juicios desconsiderados y destemplados sobre las capacidades profesionales son bajos y reprobables en cualquier circunstancia por su misma naturaleza y adquieren carácter de extrema injusticia cuando están influidos por prejuicios, desconociendo las reales competencias de las personas objeto de reprobación.
Ahora que se habla tanto de equidad de género y que ese tema incluso es motivo de controversia por su inclusión en las escuelas, recuerdo el caso de dos periodistas que, a pesar de su probada competencia profesional, no siempre recibieron el debido reconocimiento, por lo menos en una de sus etapas profesionales.
Me refiero a Arelis Peña Brito y a Vivian Jiménez, dos periodistas que a lo largo de su carrera se han destacado por su gran capacidad y desempeño, además de una integridad a toda prueba que debe ser un inestimable requisito en cualquier medio que se respete y que tenga la credibilidad como un alto estandarte.
Desde que comenzaron su labor como reporteras, se destacaron por su talento, agudeza y prosa clara y creativa que les daba un toque distintivo en las redacciones donde laboraban. Estos valiosos elementos sólo se logran cuando los periodistas asumen con mucha seriedad su trabajo y se empeñan en cultivarse constantemente para ampliar sus horizontes profesionales.
Compartieron labores en el desaparecido vespertino Ultima Hora cuando era dirigido por Ruddy González, quien con su trato personal y manejo gerencial armonizaba de tal manera la redacción que en la práctica cotidiana constituía una gran familia, por encima de las diferencias y rasgos individuales.
Vivian llegó a asumir con mucho dominio y eficiencia funciones ejecutivas como coordinadora editorial de la edición dominical que, a diferencia de la regular que se hacía contra el reloj en sólo 5 horas, permitía traer más trabajos especiales de agenda propia e investigación en que los temas podrían ser tratados con mayor detenimiento y amplitud.
Los trabajos asignados a Arelis, tanto para el día a día como para la edición de los domingos, se distinguían por el esmerado empeño que ponía para lograr siempre un enfoque creativo, ameno y novedoso que lograba captar la atención y el interés de los lectores.
Ambas volvieron a coincidir luego en otro medio donde asumieron importantes puestos ejecutivos que desempeñaron con entrega, dedicación y brillantez, pero no siempre con el justo reconocimiento, en vista de que por una visión injusta, quizás producto de ignorancia e incomprensión, entre otros factores, alguien llegó a pensar y transmitirles a su ánimo que habían llegado allí como resultado de un favor personal.
Tan impropia opinión, alejada totalmente de la verdad y la realidad, molesta a cualquier ser humano sensible, pero sólo disminuye y atormenta a los mediocres. Por eso, tanto Arelis como Vivian siguieron laborando con altura, a pesar de las murmuraciones en su contra, demostrando que las mujeres periodistas dotadas de capacidad e integridad pueden dirigir las redacciones, producir buenos trabajos y hasta escribir editoriales, tarea que en ese entonces el mezquino machismo reservaba o reconocía casi exclusivamente para los hombres. Arelis vive actualmente en el exterior junto a su esposo y sus dos hijos, pero ha seguido el periodismo. Dirige el periódico Acontecer Latino, que circula en Providence, la capital del estado de Rhode Island en Estados Unidos. Vivian ha hecho un alto para concentrarse en la dinámica de pareja, donde la vida le ha brindado gran recompensa frente a los días en que su tiempo y mejores energías se diluían en existencias ajenas.