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A lo largo de más de un siglo, los dominicanos (plural genérico) hemos venido realizando esfuerzos por elevar la calidad de nuestro sistema de instrucción pública. Afortunadamente ya estamos en el camino de lograrlo. ¿Por qué nos hemos dilatamos tanto? Unas veces, por la falta de un personal docente debidamente capacitado, y otras, por la incidencia en dichos procesos de situaciones políticas adversas. Al final de la llamada “era de Trujillo” apenas un 4% de los profesores en servicios estaba en posesión de un título que lo acreditara como tal. Los maestros de esa época eran bachilleres en espera de oportunidades de cursar carreras liberales. El país permaneció durante treinta largos años marginado de las grandes corrientes del pensamiento europea e hispanoamericana. Sólo un pequeño círculo de dominicanos cultos había contactado el psicoanálisis, la filosofía de Heidegger y la de Marx, la poesía de Neruda, Guillén y Vallejo y de otros grandes pensadores, poetas y narradores de habla castellana. La inestabilidad y el despotismo constituyeron notas características de las vicisitudes posteriores al desmembramiento de la dictadura. Sus consecuencias fueron la previsible: una economía desarticulada, una sociedad conmovida, con instituciones desquiciadas y una instrucción pública desatendida. Hoy, la situación se torna muy diferente a la de aquel ayer tenebroso. Más del 80% de los maestros en servicio está en posesión de un título universitario o de un diploma normalista. Centenares de los que hoy ejercemos el noble oficio de enseñar hemos cursado estudios de especialización y de postgrado en universidades nacionales y extranjeras. La matrícula total de las escuelas y facultades de educación del país supera los cincuenta mil estudiantes. La carrera de pedagogía, y de otras afines, figura entre las preferidas por los jóvenes de esta generación.
En la actualidad, resulta difícil ocupar una plaza de maestro en una escuela pública o en un colegio privado sin que el demandante esté en posesión de un título universitario. La celebración de concursos de oposición para ocupar puestos de directores de escuelas, de distritos y de regiones se ha impuesto como única y saludable modalidad de selección del personal. ¿A qué se debe el hecho de que hayamos avanzado tanto en materia de formación y capacitación de maestros? A las iniciativas desplegadas por las universidades Autónoma de Santo Domingo, Pedro Henríquez Ureña, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en las décadas de los años 60 y 70 través de sus rectores Andrés María Aybar Nicolás, Luis A. Duvergé Mejía y Agripino Núñez Collado y de sus catedráticos Tirso Mejía Ricart, Hugo Tolentino Dipp, Roque Adamés Ovalle, Zoraida Heredia, Jacobo Moquete, Ivelisse Prats, los hermanos Andrés y Francisco Avelino y otros más. Acreditada internacionalmente, esas instituciones de educación superior se constituyeron en referente obligadas en materia de educación, y en artífices de los programas de formación y capacitación docente que se desarrollan aquí. En los últimos 30 años, de sus aulas han egresado más de 50 mil profesionales de educación y centenares de especialistas en la materia. Hoy contamos con los maestros, técnicos y gestores de educación que nunca antes habíamos tenido.
Consecuencia del supuesto fin de la guerra fría y del impacto y uso de nuevas tecnologías, los sistemas de instrucción pública de la América española vienen experimentando grandes cambios. Sus instituciones enfrentan grandes presiones ante un crecimiento desmesurado de la población estudiantil, las demandas de aumentos de partidas presupuestarias, y las reconsideraciones del rol social y económico de la educación en general. Dada que las instituciones académicas de este lado del mundo provienen de raíces históricas comunes y enfrentan parecidos desafíos las ideas y soluciones de un país pueden ser relevantes en otro. De ahí la importancia y el valor de la internalización de los programas y de los planes de estudios. Esto, sin dejar de tomar en cuenta que no se trata de imitar sino de encontrarles soluciones nacionales a los desafíos globales.