Cápsulas Genealógicas

Cápsulas Genealógicas

Descendencias sacerdotales (1 de 10)
En 1891, el Pbro. Carlos Nouel renunció al curato de la Catedral de Santo Domingo y pasó a residir a Santiago, donde ocupó el cargo de Cura y Vicario Foráneo de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen a partir de diciembre de ese año y hasta 1897. Con su salida de la capital, buscaba una parroquia en la cual pudiera, al tiempo de ejercer su ministerio, desempeñarse como abogado, profesión que ejercía antes de asumir su vocación religiosa en 1882 y que le permitía sostener a los diez hijos que había procreado en su matrimonio con Clemencia Antonia Bobadilla Desnier, de quien había enviudado en 1876.

Esa dualidad ocupacional le había sido criticada por el Arzobispo Meriño, quien le recordó las limitaciones canónicas con respecto al ejercicio de su profesión. El 25 de mayo de 1891, en respuesta a una nota de Meriño en ese sentido, escribió: «Me prohíben los Sagrados Cánones cumplir con el sagrado deber de buscar los medios de subsistencia para la familia que legítimamente tenía procreada antes de ser sacerdote? ¿No sabía por ventura la Autoridad Eclesiástica, al admitirme en la Iglesia que sobre mí pesaban esos deberes impuestos por la naturaleza, la sociedad y la religión? (…) Y no me diga tampoco que el Sacerdote no debe tener familia, como le he oído decir a Ud. muchas veces. Esa teoría es muy bonita y muy buena, y mejor aún en los tiempos apostólicos; pero hoy en la práctica, y aun antes de ahora, ningún sacerdote ha roto los lazos de la naturaleza, ni ha ahogado la voz de la sangre, ni renunciado a los afectos lícitos. Lazo, voz y afectos que  no pugnan con el Sacerdocio, como lo enseña lo que se ve todos los días, y en todos los tiempos se ha visto, aquí y en todas partes».

Con estos párrafos, Nouel dejaba al descubierto una realidad de vieja data en la sociedad dominicana: la paternidad de muchos hijos naturales era atribuida a sacerdotes. Los ejemplos abundan. El propio Meriño era padre de Fernando Defilló y Arturo Logroño. El  munícipe santiaguero pero nacido en Cotuí José Manuel Glas era hijo de José Glas Adames, un cura que luego ahorcó los hábitos y de la mulata María Lucas. Del padre José Manuel Román Grullón, canónigo, cura y vicario de la Iglesia Mayor de Santiago de 1896 a 1897 y de 1900 a 1911 se señala que fue progenitor de más de cuatro decenas de hijos, repartidos entre República Dominicana, Italia y Francia. Pablo Báez, padre del presidente Buenaventura Báez, era hijo del Pbro. Antonio Sánchez Valverde, el conocido autor de la obra Idea del valor de la isla Española y de una monja que por esa acción recibió severos castigos o una señora casada apellido Firpo residente en Azua, que aprovechó la ausencia del esposo y por supuesto la visita eclesiástica del sacerdote. Según su testamento, él fue un expósito dejado en la puerta de la capilla de Nuestra Señora de la Altagracia del hospital San Nicolás de Bari, de donde fue recogido por una familia apellido Capellier, donde aprendió el oficio de  dorador para emplearse luego en casa de un platero francés de apellido Báez, quien lo autorizó a usar su patronímico.  

La condición de hijos de sacerdotes de ciertas figuras sólo ha podido llegar a nosotros gracias a la tradición oral transmitida entre sus descendientes, dada su calidad de hijos naturales. En ocasiones, el vínculo filial aparece disfrazado bajo el eufemismo de «ahijados» a los cuales los curas instituían como legatarios de parte de sus bienes. Pero en todo caso, el concubinato no era un instituto muy difundido entre la clase clerical.

Un documento del archivo del Pbro. L.N. de Buggenoms, Vicario Apostólico de Santo Domingo en 1866, titulado «Relación nominal de los párrocos residentes en la Arquidiócesis de la República Dominicana, con expresión del lugar de la residencia, edad aproximativa y conducta en general», permite dar una idea de la importancia concedida a la vida de los sacerdotes. En 1867, Buggenoms, al informar a la Santa Sede sobre los asuntos de la Iglesia en Santo Domingo, refería: «Los miembros del clero, con pocas excepciones, están completamente privados del espíritu sacerdotal y no trabajan sino con intenciones y miras mundanas (…) El sacerdote (antiguo Monseñor) Gabriel B. Moreno del Christo, Cura de las cercanías de Santo Domingo y pariente próximo del ex Presidente Báez acaba de dar un escándalo público en contra de las buenas costumbres».

En esta serie de diez entregas abordaremos la descendencia de prominentes sacerdotes que en el desempeño de su misión pastoral se vincularon con feligresas para regar ocultamente con su sangre muchos árboles genealógicos dominicanos. Sacras progenies que, como escribió Nouel, se ven en todos los tiempos y en todas partes.

Instituto Dominicano de Genealogía

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