Origen de los Logroño
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Un connotado peninsular de finales de la etapa colonial de Santo Domingo fue José Logroño, quien procedía de Villa de Pedrola, Aragón, España, y quien llegó a la isla a mediados del siglo XVIII en calidad de oficial del Batallón Fijo de Santo Domingo, institución de la cual devino comandante con el rango de coronel. Vivió en una casa de su propiedad contigua al antiguo Colegio de Gorjón, en la actual calle Arzobispo Meriño. Su nombre figura en una lista de vecinos de Santo Domingo que apoyaron económicamente la construcción del edificio más importante del siglo XVIII: la iglesia de Los Jesuitas, hoy Panteón Nacional. Años más tarde, el coronel Logroño se hizo célebre por su trato desconsiderado al dirigir la expulsión de los jesuitas de Santo Domingo, ordenada por Carlos III en 1767.
José Logroño casó en primeras nupcias con la española Isabel Jordán, con quien procreó dos varones y tres hembras; uno de los nietos de ese matrimonio, José Nicolás Montenegro Logroño, casó con Juana Sánchez, hija de Juan Sánchez Ramírez. José Logroño casó en segundas nupcias con María Antonia de Mieses Ponce de León, nacida en 1759, con quien procreó siete hijos, entre ellos tres varones.
Según Carlos Larrazábal Blanco y Fray Cipriano de Utrera, en el Archivo del Arzobispado no hay registro de descendencia de los hijos varones de José Logroño, añadiendo que la descendencia de los Logroño proviene del segundo matrimonio del tronco, específicamente de su hija Josefa (Pepita) Logroño, fallecida en 1865. De esta suerte, se podría presumir que parte de los hermanos de Pepita abandonaron la isla tras la ejecución del Tratado de Basilea por Toussaint Louverture en 1801.
La personalidad polémica y controversial de Pepita Logroño motivó la composición de ensaladillas, género poético en boga a inicios del siglo XIX, lo que indica que los Logroño mantenían relación con los grupos encumbrados de entonces, aunque dichos grupos experimentaron un debilitamiento dramático a partir de 1801. Una de esas ensaladillas decía: Y qué bien se pone el moño, doña Pepita Logroño. Otra afirmaba: A todo el mundo lo enreda, doña Pepita Logroño.
Pepita casó con el músico cubano Antonio Bernal, de quien se separó presumiblemente debido a su temperamento excedido, lo que explica que sus hijos Antonio e Isabel no llevasen el apellido paterno sino el materno, algo corriente entonces. Por su lado, Isabel tuvo relaciones con el padre Fernando Arturo de Meriño, cuyos hijos, por razones entendibles, también llevaron el apellido Logroño
De esta suerte, los dominicanos que a la fecha llevan el Logroño descienden directamente de Josefa Logroño, o más bien a través de sus hijos Antonio e Isabel.
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