La única obra gigantesca levantada en los últimos tiempos para provocar una sacudida al sistema penitenciario dominicano lleno de bolsones de inhumanidad y miseria pasó, bajo este Gobierno, al olvido sin haberse utilizado; y las supuestas imperfecciones de diseño y de sobrevaluación pecaminosa no justifican tan grave falta de uso bajo una curiosa forma de imprimir lentitud al rescate de una edificación importante.
El complejo para la privación de libertad levantado en Las Parras, del municipio de Guerra, llamado a poner fin al horror de los hacinamientos en el viejo recinto de La Victoria, está atrapado en la nada. Una súper inversión pública llevada a larga inutilidad.
Se admitiría que allí se gastó mucho dinero sin transparencia y sin el rigor de ingeniería que correspondería a sus fines aunque los detalles de lo que se planificó hacer allí y se publicitó en su momento no indica que se tratara de una instalación improvisada.
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Pero lo que ha venido después, y debía salvar la enormidad de recursos para poner orden en la estructura penitenciara, no ha sido ejemplo de claridad ni de manejo eficiente del caso para la posible aplicación de sanciones condignas y de correctivos para que Las Parras deje de ser un elefante blanco de total marginación.
Por demás, lo denunciado por el asesor honorífico del Poder Ejecutivo del área penitenciaria, Roberto Santana, sobre un supuesto entramado mayor de corrupción en La Victoria, mueve a mucha preocupación.