Cárcel de paso donde inicia pesadilla de muchos arrestados

Cárcel de paso donde inicia pesadilla de muchos arrestados

Celda en el Palacio Justicia de Ciudad Nueva

La situación de las cárceles del país son harto conocidas, pero muy pocos conocen de cuatro Centros de Atención para Privados de Libertad Provisionales (CAPLIPs) y sus interioridades, como el que funciona en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva.

Los CAPLIPs fueron concebidos como albergues “de paso” para personas arrestadas que están a la espera de medidas de coerción; para declarados en rebeldía, y para los que esperan lectura de sentencias.

El flujo de personas arrestadas diariamente, solo en el Distrito Nacional, es llevado a la llamada “carcelita de Ciudad Nueva”, por lo que casi siempre la capacidad de los siete alojamientos o celdas que hay disponibles para un total de 80 detenidos, están desbordadas.

Todos los alojamientos tienen camarotes, un abanico y un baño. Seis de ellos están habilitados para albergar a 64 hombres, y una, con capacidad para 16 mujeres.

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Para el control de los presos hay 33 Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario (VTP) que trabajan en dos turnos, junto a un personal administrativo de 17 profesionales que incluyen dos médicos y dos sicólogos, entre otros profesionales.

El día a día en la “carcelita” ubicada en un ala del cuarto piso del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva adonde solo tienen acceso los abogados de los detenidos y familiares de “presos connotados”, son como cuentas de un rosario que cada una tiene su historia, según lo expone la directora del Centro María Amparo de la Cruz en entrevista a esta reportera.

“La mayoría de los que vienen aquí son jóvenes arrestados por droga, y atracos; de un tiempo para acá la tendencia es por violencia de género y por drogas”, dijo.

Cuenta que “los días más terribles” en esa dependencia del Ministerio Público es cuando los consumidores de drogas, en su mayoría jóvenes, están en abstinencia y deben ser sometidos a la obediencia.

“Cuando duran dos o tres días sin consumir, eso es terrible…; muchos entran en depresión, otros se ponen agresivos, y ese es un problema, por lo que hay que esposarlos con las manos hacia adelante, pasarlos al área de sicología, hablar con ellos hasta lograr apaciguarlos y volverlos a su celda”, explicó de la Cruz, quien es abogada y tiene dos años en la dirección del CAPLIPs de Ciudad Nueva.

Agregó que “con las que más trabajo se pasa en con las mujeres adictas”, y narró la experiencia vivida con dos de ellas que, “en un ataque de abstinencia desbarataron el alojamiento completo, desprendieron el abanico e incluso agredieron a VTP”.

Describió lo difícil que fue controlar a otra mujer en similares circunstancias, a la que dijo, fue necesario sentarla en silla de ruedas y esposarla de pies y manos a la misma .

“Eso se hace cuando se tornan agresivos, para evitar violencia o el maltrato. Se sacan de la celda, se llevan al área de sicología y luego un rato al patio hasta que se calman, para que no se agredan ellos mismos o agregan a otros”, explicó la directora del Centro.

Alojamientos por categoría

Los alojamientos o celdas están dispuestos como el Cristo crucificado, es decir, en forma de una cruz. A los Pabellones A y C, se llega a través de dos grandes pasillos que están a derecha e izquierda; y al B, a otro muy pequeño que está en el frente.

Generalmente los pabellones están llenos de presos comunes pero cuando desde la Procuraduría general se avisa que van a llevar “gente importante”, de inmediato se procede a desalojar a los del Pabellón B con capacidad para 10 personas, para albergar a los nuevos inquilinos, que usualmente son exfuncionarios y altos oficiales imputados de corrupción.

Mientras permanecen allí, a los detenidos se les brinda algunas facilidades opcionales: Por ejemplo, dos minutos de sol en un patiecito (por grupo); comprar en el economato o cafetería (por grupo); una llamada telefónica a sus familiares o abogado; un libro para leer; juegos de dominó y tablero para usar en sus respectivas celdas.

El personal del centro no tiene roce con los detenidos más allá del que manda el protocolo penitenciario pero no pueden evitar que cuando hacen sus rondas de inspección, algunos de “los grandes” los aborden para hablarle de asuntos de familia.

“La mayoría son callados; son respetuosos, se comen la comida que damos a todos aquí, (desayuno, comida y cena) preparada en Nayajo-Mujeres; y a veces pedían que los llevaran al economato a comprar”, dice la directora.

Agregó que algunos pedían un libro, o juego de dominó, y otros solo dormían.

De la Cruz refirió que algunos se asombraban y comentaban la profesionalidad con que el personal de la cárcel maneja los problemas con los reclusos revoltosos, y que incluso uno de ellos comenzó a escribir un libro de su experiencia allí.

Todo el lugar luce limpio e higienizado. Los pisos de cerámica brillan y las paredes parecen acabadas de pintar, aunque la directora dice hacen dos años no se retocan. Son los presos de paso, sin excepción, los que se encargan de ello.

Una queja

La directora de la cárcel de Ciudad Nueva atribuyó la sobrepoblación en ese centro a que hay tribunales que se tardan mucho en dar lectura completa a las sentencias, y hasta tanto eso no ocurre, no pueden darle salida a los presos.

“Principalmente los jueces de ejecución de la pena, hasta que no se lee el fallo, pues no se sabe si le va a dar libertad o lo va a devolver a prisión, y eso puede durar dos y tres meses, como ocurre con una menor que hay que trasladar a Conani”, dijo.

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