Aunque es conocida como la Cárcel Preventiva de San Luis, la realidad es que es lo más parecido a una pocilga, donde no se diferencia el espacio para la gente, la comida y los desperdicios.
Lo que antes era una capilla, y así lo deja ver su actual estructura, hoy sirve como cárcel de paso para los reclusos bajo el control de la Fiscalía de la Provincia Santo Domingo.
Pero el centro no posee las mínimas condiciones para tener detenida una persona por un par de horas, menos para retenerlas por períodos prolongados.
Según fuentes, en la actualidad dentro del recinto hay más de 100 detenidos.
La edificación, de lo que era la capilla, está dividida en cuatro pequeños pabellones, dos para hombres y uno para mujeres y otro donde funciona una oficina.
El espacio es tan limitado que hace imposible que se instalen colchones, teniendo la mayoría de los reclusos que dormir en el piso.
Un diminuto, oscuro y sucio pasillo es el espacio donde algunos pueden salir a recibir las breves visitas.
El ambiente a simple vista es deprimente, abandono, hacinamiento, falta de higiene, pero esa realidad parece quedarse corta con la expresión de un agente, “tú no has visto nada”, sin querer identificarse.
Pero la dificultad, no se queda solo en las condiciones inhóspitas para los privados de libertad, al parecer también hay un problema de seguridad.
Según contó la señora Guarina Pérez, quien tiene a su hija detenida hace dos meses ahí, la misma ha sido agredida en varias ocasiones por otras reclusas, sin que nadie haga nada.
Esta tiene que acudir día por día a llevar almuerzo a su pariente, como hacen los demás, porque tampoco son suplidos de alimentos.