La etimología al latín de la palabra conciencia hace referencia al conocimiento de uno en particular, es decir, el que tiene una persona sobre sí misma que involucra las sensaciones, los pensamientos y los sentimientos que el individuo va experimentando. Es por esto que dicen que la conciencia muestra la intimidad máxima de un ser humano ya que nadie puede acceder a lo más hondo de la conciencia de otra persona, porque los pensamientos de la conciencia son únicos e intransferibles.
Este concepto de conciencia suele ser abordado con distintos puntos de vistas, pero generalmente lo enfocamos bajo la ética que hemos visto de las normas morales de comportamiento, lo cual provoca que el ser humano se sienta restringido a actuar bajo esos principios derivados de su conciencia, porque en caso de no hacerlo, probablemente tenga lo que se llama cargo de conciencia o remordimiento.
Ese sentimiento de culpa que nuestro ego emplea para condicionarnos, a medida que vamos otorgándole poder, adquiere cierto grado de autonomía sobre nosotros y nuestras formaciones mentales, paradigmas (creencias), hábitos y pensamientos que matizan nuestra percepción de la realidad, por lo cual este sentimiento de culpa juega un papel importante en la forma en que nos relacionamos con las demás personas.
De hecho, una conciencia crónicamente perturbada por el sentimiento de culpa produce cambios químicos y biológicos en el organismo, predisponiendo al cuerpo de las enfermedades.
El ser humano puede arrastrar remordimientos de conciencia durante mucho tiempo antes de confesar la verdad. Sin embargo, cualquier remordimiento está asociado con el sufrimiento, el miedo, la angustia y la falta de paz, porque estos remordimientos de conciencia muestran un peso excesivo del pasado en la conciencia del actor que no se perdona ese error del ayer.
Aunque es preciso resaltar que en muchas ocasiones el cargo de conciencia no se origina en conocimientos valorados en sus pros y en sus contras. Es decir, basados en la comprobación del grado de adecuación del conocimiento a hechos dinámicos y evolutivos de la realidad, sino en lo que tienen de ritual y de fanatismo.
No olvidemos que el ser humano debe contar con su capacidad de reflexionar sobre sí mismo y de mirar en su mundo interior, para de esta forma acceder a lo más hondo de su conciencia y hacer balance sobre el asunto en particular. Puesto que la clave es ser coherente con uno mismo para tener la conciencia en paz, que es la máxima expresión de felicidad y de inteligencia emocional.