Tenemos diversas formas de recibir el año. Ahí está el menú, que va desde las diversas fiestas que ya se están anunciando por este Suplemento, hasta las camas que consuelan la tristeza del alma o el arranque de bolsillo, por si quieres que te entre el año acostao.
En mi caso, la familia es importante. Desde que me convertí en padre por primera vez, hace 11 años, he procurado estar con mis hijos que el año me llegue con ellos.
Con mi amor sobre las rodillas, como cantó Serrat, participaré de sus juegos. Con ellos sintonizaré cualquier emisora donde se escuchen los temas navideños de Willie Colón, Feliz del Rosario, Milly y los Vecinos y el Conjunto Quisqueya, entre otros. Como siempre, me tomaré una botella de vino, que este año pretendo compartirla con ella (ella sabe), mientras mis locos bajitos corretean para arriba y para abajo. De vez en cuando pasaré por la cocina para decirle a mi Madre que no afane tanto con la comida y que venga acompañarme. Descansaré un poco cuando llegue mi Padre, quien tomará el mando en la brincadera con los pequeños. Se que vendrá un momento de lágrimas, cuando mis hermanos llamen desde Nueva York, siempre antes de la media noche, para evitar congestión de las líneas. Faltando diez para las doce, mis piernas serán de gomas que se ensancharán, para que se acomoden mis niños, y con ellos escuchar el merengue Viejo Año de Rasputín y en cuenta regresiva, dirigida por un locutor, le daremos la bienvenida al 2009!!!