No voy a referirme a la ficción escrita por Luis Rafael Sánchez. Más bien tomo el título prestado. Aunque como él, y guardando la diferencia, quiero escribir un capítulo sobre el mito que se creó en torno a la carrera de este intérprete de Puerto Rico.
Es un mito, que ha propósito del III Congreso Música, Identidad y Cultura en el Caribe (MIC III), que inicia hoy en el Centro León de Santiago de los Caballeros, estuvo andando por todos los rincones del país. Y es que en el programa de Tertulias Itinerantes del bolero, actividad previa a este majestuoso evento, la gente contó la historia bolerística de su provincia, y en casi todas salió a relucir el nombre de Daniel Santos.
Temas como Linda, dedicado a una mujer que todos les adjudican la nacionalidad dominicana, estuvo en boca de todos. Pero no está del todo claro si Linda fue dominicana. Más bien es una hipótesis que nace de la misma canción donde Daniel exclama, ¡OH Virgen de Altagracia, quizás un día se acuerde de mí! Tampoco se ha podido determinar si a quien le rompió el corazón fue al llamado Inquieto Anacobedo, o al autor de este tema, el insigne Pedro Flores.
Otro punto que llamó mi atención de manera considerable, es que en todos lados se escuchó decir que Daniel Santos vivió allí, o que había pasado por aquel lugar varias veces. Entonces perdí la línea que divide la total realidad y la leyenda, lo que me llevó a pensar que este hombre, que vivió de manera intensa, fue amado y aún es admirado por los dominicanos.