La noticia de que el ministro de medio ambiente, Dr. Bautista Rojas Gómez, con apoyo de los ministerios de Obras Públicas y Fuerzas Armadas, “intervinieron” la ciudad de San Cristóbal por el cúmulo de basura, acaparó los medios de comunicación hace algunos días, junto a la reacción del síndico Raúl Mondesí que, en vez de agradecer la ayuda se opuso al “operativo” alegando que se trataba de una maniobra política para entorpecer su propósito de aspirar a la senaduría por esa provincia.

No recuerdo que un hecho semejante se haya producido en nuestro país desde la creación, relativamente reciente, de la secretaría (ahora ministerio) de Medio Ambiente, lo cual sienta un valioso precedente para las demás alcaldías que deberán ocuparse eficientemente de los desperdicios de sus comunidades, so pena de ser igualmente “intervenidas” por medio ambiente. Sin embargo, lo que para mí resultó verdaderamente trascendente, fue la forma en que, frente a los medios de comunicación, dos funcionarios públicos mostraron sus profundas debilidades: Uno, con una postura ridícula tratando de justificar su ineptitud como síndico y el otro amenazando con “destituir” a un funcionario electo y enrostrándole ahora, mucho tiempo después, que utilizó como “disco-light” en campaña una ambulancia que le “regaló”, cuestionándole públicamente la maniobra de intentar usar terrenos del cementerio para repartir solares entre sus seguidores, decepcionando a los votantes, a quienes no ha representado ni les ha servido adecuadamente.

Un ministro que no sabe que no puede “cancelar” a un alcalde y éste último aspirando a senador de una provincia de la que se ha burlado, es una excelente caricatura mostrando cómo desperdiciamos lujosos salarios de ministros y botamos nuestros votos.