Cáritas recoge más de 63 millones de dólares para las víctimas del tsunami

Cáritas recoge más de 63 millones de dólares para las víctimas del tsunami

CIUDAD DEL VATICANO, ZENIT.org.– Cáritas Internationalis ha recogido más de 63 millones de dólares en los diferentes países del mundo para salir en ayuda de las poblaciones del sudeste asiático flageladas por el «tsunami».

«Los fondos recaudados por la red Cáritas están siendo remitidos directamente a las Cáritas de los países afectados a medida que éstas solicitan nuevas partidas para financiar los trabajados de emergencia», informa Cáritas en un detallado informe enviado a Zenit.

Según esta fuente, la Cáritas estadounidense (Catholic Relief Services) es la que más dinero ha puesto a disposición (25 millones de dólares), seguida de Cáritas Austria (9.572.122); Cáritas Española (8.878.760); Cáritas Alemania (5.866.920); CAFOD, Cáritas Inglaterra (3.559.510); Cáritas Suiza (1.960.869); Cáritas Francia (1.339.840); Trocaire, Cáritas Irlanda (3.559.510); Cáritas Australia (1.293.847); Cordaid, Cáritas Holanda (1.156.170); y Cáritas Italia (812.680).

Aunque los países afectados de un modo u otro por el maremoto del día 26 de diciembre de 2004 fueron doce, entre los asiáticos y los africanos, la red internacional de Cáritas —integrada por 162 Cáritas nacionales de todo el mundo– ha optado por hacer frente a la emergencia en los cuatro países donde los daños (humanos y materiales) han sido mayores: Indonesia, India, Sri Lanka y Tailandia.

No obstante, mantiene una postura de cercanía hacia Bangladesh y de búsqueda de información en otros lugares, como Myanmar (Birmania).

Cáritas India ha conseguido llegar, a petición del Gobierno, a aquellas zonas que quedaban más remotas y que el Gobierno todavía no había conseguido atender. El número de víctimas mortales supera ya las 10.000 y sigue creciendo.

En Sri Lanka, existen serios riesgos para la salud a causa de la contaminación de las aguas, la polución del aire, las epidemias de tifus, diarrea, bronquitis y neumonía. En cuanto a infraestructuras, 21.885 casas han quedado destruidas, 93.054 tienen daños y la población desplazada se concentra en 611 centros de acogida temporal.

Cáritas Sri Lanka (SEDEC) ha organizado a unos 1.000 grupos comunitarios en todo el país, que están federados por distritos y están compuestos, cada uno, por cientos de voluntarios y líderes comunitarios. Estos grupos cuentan con buena experiencia para trabajar en esta emergencia porque ya venían desarrollando una activa acción humanitaria con la población víctima de la guerra civil que asola al país desde hace décadas.

En Tailandia, además de las víctimas mortales entre turistas, los grupos más afectados han sido los más vulnerables: pescadores, pequeños comerciantes, personal de los servicios turísticos y allegados que visitaban a sus familiares residentes en la costa (la catástrofe tuvo lugar en domingo).

Las necesidades actuales de la población afectada son: asistencia psicológica, bolsas para los cadáveres, comida, ropa y asistencia sanitaria, según Cáritas.

COERR–Cáritas Tailandesa, junto con la Conferencia Episcopal Tailandesa, están llevando a cabo las primeras acciones de emergencia, en las que tienen amplia experiencia por el trabajo que desarrollan habitualmente: asistencia a víctimas de desastres naturales, acogida a refugiados que llegan de países limítrofes y acompañamiento a la población tailandesa de las áreas fronterizas afectada por el influjo de refugiados.

COERR-Cáritas Tailandia dispone de un equipo de 80 personas trabajando en todo el país. Las congregaciones religiosas en Tailandia han puesto al servicio de la emergencia a 30 religiosas durante un período inicial de 6 meses.

En Indonesia, se empiezan a registrar casos de diarrea, enfermedades de la piel y respiratorias, así como numerosos casos de trauma psicológico.

Fuentes de Cáritas destacan tres problemas como principales en Indonesia: la dificultad de coordinación entre las ONG y las agencias del Gobierno; la dificultad para llegar a las zonas más afectadas y remotas, y la falta de conductores, que agravan el problema del transporte. Pero una de las necesidades más urgentes es la atención psicológica a las víctimas, ya que hay pocas organizaciones que la estén prestando.

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