La de don Carlos ha sido una vida consagrada al desarrollo agropecuario
Generalmente los hombres que hacen grandes aportes a la nación son reconocidos después de su muerte y algunos caen en el olvido eterno.
En este artículo queremos recordar en vida a un hombre que con sus aportes al país, especialmente en el campo agropecuario, desempeñando el cargo de ministro de Agricultura, institución que modernizó y descentralizó como nadie, señalando un antes y un después en su gestión, dejando una impronta vigente al día de hoy. Nos referimos a don Carlos Aquino González.
La vida de don Carlos ha sido consagrada al desarrollo agropecuario; basta recordar aquella época en la que junto a Domingo Marte y otros expertos del área trabajó en lo que sería la Ley 8 que redefinió la estructura operacional del Ministerio de Agricultura.
Fue director del IICA, allí puso su dinámica, conocimiento y entusiasmo para apoyar la agricultura de los Estados miembros, siendo de los pocos dominicanos que han tenido el privilegio de dirigir por dos períodos una institución de tanta importancia y renombre en la cooperación agrícola de alcance internacional.
Como director del INFOTEP desarrolló un proceso de modernización que convirtió ese instituto en líder de la formación técnica; además fue fundador de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), de la Fundación para el Desarrollo de la Juventud Rural (FUNDEJUR), de la Asociación Pro Mejoramiento Agrícola (APROMA) y presidente de la Asociación Nacional de Profesionales Agropecuarios (ANPA).
Él, como Hipólito Mejía, Pedro Bretón y Domingo Marte, nos han dado ejemplo de comportamiento y responsabilidad en el desempeño de nuestras funciones. Ellos nos han enseñado que se puede ser honesto y engrandecer la Patria con nuestros aportes y conocimientos, sin ocasionar cuestionamiento a nuestro desempeño.
Antes de su retiro, movió cielo y tierra promoviendo el cultivo de bambú, consciente que este cultivo sería beneficioso para la reforestación y para elevar el nivel de vida de los productores que se dedicaran al mismo, por la diversidad de subproductos que, del bambú se podían obtener.
Ha recibido reconocimientos de muchas instituciones públicas y privadas, entre ellas Doctor Honoris Causa del Instituto Politécnico Loyola y la Orden al Mérito de Duarte Sánchez y Mella, en el 2001, entre otras distinciones que sería imposible describir en este artículo.
Padre, amigo y esposo ejemplar, un modelo en nuestra sociedad de incuestionable trayectoria como profesional y ser humano.
Queremos referir la personalidad de don Carlos al modelo que describe Orizon Zwett en su obra “EL MUNDO BUSCA HOMBRES”. Citamos: “El mundo anda en busca de hombres que no se vendan, honrados, sanos desde el centro hasta la periferia, íntegros hasta el fondo de su corazón, de conciencia fija e inmutable como la aguja que marca el norte, que defienda la razón aunque los ciegos caigan y la tierra tiemble, que digan la verdad sin temor al mundo, que no se jacten ni huyan, que no flaqueen ni vacilen, que tengan valor sin necesidad de acicate y sepan lo que han de decir y que lo digan”.
Donde haya tierra fértil, ahí está sembrada la entrega, el compromiso y la visión que ha marcado la vida del ingeniero Carlos Aquino González.
Antes de su retiro, movió cielo y tierra promoviendo el cultivo del bambú para reforestar