POR LEÓN DAVID
1. ¿QUÉ SIGNIFICA PARA TI SER LITERATO?
Aunque suene a tópico o a frase heca, desde la adolescencia yo quise ser poeta. A los quince años más o menos empecé a leer de forma sistemática a Neruda, en las sobrias ediciones de Seix Barral, que compraba en una librería de Mayagüez, ciudad en la que viví hasta los dieciocho, cuando nos mudamos a Santo Domingo. Con el tiempo me di cuenta de que nunca sería un poeta excelso, como recomendaba Borges, y decidí, ante esta constatación, probar fortuna en el ejercicio de la prosa.
Para mí ser literato u hombre de letras (expresión que prefiero) es describir sintéticamente mi actual existencia. Soy profesor universitario, escribo en periódicos, leo por placer, por necesidad y por oficio, trato de estar al tanto de lo que sucede en el vasto mundo de la literatura, reviso revistas y suplementos literarios, reseño libros, etc. Son tareas para mí gratas y que compendian, al menos de forma modesta, un género de felicidad que me importa mucho.
2. ¿CÓMO FUE QUE TE DEJASTE ARRASTRAR POR EL VICIO INCURABLE DE LA LITERATURA?
Como sugerí en la primera pregunta, la culpa fue de Neruda y de un poeta puertorriqueño llamado Gautier Benítez, un romántico al que siempre agradeceré la revelación de la poesía. Luego se sucedieron otros autores, casi todos poetas, cuya lista no voy a dar para no cansar al curioso lector.
Por años para mí la literatura fue la lectura minuciosa y constante de poesía. Poco a poco, y a medida que avanzaba en mis estudios universitarios y doctorales, el ensayo y la prosa periodística fueron afianzando mi vicio por la literatura, que es en mi caso particular dolencia incurable. Sé que hasta mis últimos días la literatura estará a mi lado, al margen de que al final haya o no alcanzado a pergeñar alguna página memorable.
3. ¿DESPIERTA ALGÚN INTERÉS LA LITERATURA LATINOAMERICANA EN LOS ESTADOS UNIDOS? ¿Y LA DOMINICANA?
Contesto esta pregunta como profesor. Sí, la literatura hispanoamericana tiene una gran difusión en EE.UU., sobre todo en los departamentos de lenguas y literatura modernas. Además, gracias a las traducciones, esta literatura está siendo estudiada en los departamentos de literatura norteamericana. Es un fenómeno relativamente nuevo, pero creo que irá consolidándose con el tiempo.
En cuanto a nuestra amada literatura dominicana, lamento tener que decirte que es casi totalmente desconocida aquí. Se estudia muy poco, tiene escasa difusión y apenas aparece algún título dominicano mencionado en las listas de lecturas de los programas doctorales. Esta situación es prevalente en todo los EE.UU., con la excepción de Nueva York y ahora un poco Miami, por las comunidades de dominicanos residentes en las citadas ciudades.
4. ¿QUÉ OPINIÓN TE MERECE EL MEDIO INTELECTUAL DOMINICANO EN LA ACTUALIDAD?
No creo que pueda ser objetivo al juzgar el medio intelectual dominicano actual, pues tengo muchos amigos en ese medio. Pero a riesgo de ser parcial y subjetivo, te diré que considero que entre los intelectuales dominicanos hay personas muy valiosas, que el medio es mucho más dinámico, variado y crítico de lo que parece o a veces suele pensarse, y que el intelectual dominicano está rompiendo, poco a poco y todavía con ciertas dificultades, la insularidad mental en la que ha vivido por décadas. Quisiera matizar que dicha insularidad responde la mayoría de las veces a factores extraliterarios, ajenos a la voluntad de los propios creadores.
En mi opinión, el problema fundamental del intelectual dominicano es su relación con el poder político, que en la República Dominicana es de signo clientelista. Este clientelismo también ha afectado y mucho los predios intelectuales, literarios y culturales del país. Y he aquí el nudo gordiano de esta relación que podríamos describir de amor-odio, de atracción-rechazo.
Yo creo que el intelectual, el escritor, el poeta, deberían vivir estrictamente de su oficio, y entrar al gobierno, a los partidos, sólo si su independencia intelectual es reconocida y respetada. Tal vez estoy siendo iluso, pero esta es mi franca opinión al respecto. Personalmente, me ha causado una gran desilusión o desencanto la reciente participación de los intelectuales en el gobierno de la nación, que considero en general negativa, con las debidas y siempre existentes excepciones.
5. ¿POR QUÉ ESTÁS EN NORTEAMÉRICA Y NO EN TU PAÍS?
Bueno, aquí hay una pequeña confusión de tu parte. Estoy en mi país, pues nací en Nueva York. Digo país por no tener a la mano otra palabra que mejor exprese la extraña situación en la que he vivido y vivo: mi lengua materna es el castellano, escribo preferentemente en ella, mi padre es cubano y mi madre es española, he vivido en Puerto Rico, Santo Domingo y España. El inglés en mi caso es el idioma del trabajo, de la escritura de artículos y trabajos que necesito publicar para ascender en el escalafón universitario; la lengua en la que leo mayormente crítica literaria, en la que recién estoy haciendo algunas traducciones poéticas, en la que todavía no me siento del todo a gusto.
Si fuera pedante, repetiría la frase de Unamuno, que decía que la patria del escritor es su lengua, sangre del espíritu, etc. Pero no voy a aparentar aquí lo que no creo. En estos años, y tras el conocimiento de la obra de escritores como Gustavo Pérez Firmat y algunos poetas cubanos del exilio miamense, he descubierto, no sin cierto asombro, que soy lo que aquí llaman un cubanoamericano. Yo me apego a esta denominación como el ciego a su báculo o a su lazarillo.
6. ¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE EL LENGUAJE PARA UN ESCRITOR?
Prefiero hablar en singular. Para mí el lenguaje es casi todo en un artefacto literario, en un texto, en un escritor. Confieso que soy barroco o prentendo serlo, y que a las voluminosas novelas del XIX o a los textos farragosos del XX, prefiero una página impecable de Eugenio dOrs, de César González Ruano, de Francisco Umbral, de Manuel Vicent, o de Juan Manuel de Prada. Recuerdo ahora una frase de Umbral, en la que afirma que ya en su vejez sólo le interesa el goce de una prosa perfectamente cincelada después de hacer el amor. Con esto quiero afirmar que sólo me interesan de veras los escritores que escriben para otros escritores, los estilistas, los letraheridos, en fin.
7. ¿DE QUÉ MODO ESTÁ PRESENTE LA REPÚBLICA DOMINICANA EN TU OBRA?
Escribo desde 1999 sobre temas dominicanos, algunos de estos textos han sido recogidos en mi libro Retrato del crítico bisoño. He publicado la mayoría de mis libros en Santo Domingo, y actualmente trabajo en la edición de un libro de artículos críticos sobre la obra de José Mármol. Mi interés en la República Dominicana debe mucho a varios amigos, entre los que quisiera mencionar a Giovanni Di Pietro, Miguel A. Fornerín, Manuel Núñez, Diógenes Céspedes, Basilio Belliard y al ya citado Mármol. Planeo seguir gravitando en el medio intelectual dominicano, siempre que me lo permitan, en los años por venir.
———–
Carlos X. Ardavín
Trinity University, a 17 de julio de 2004