Puerto Plata. Aunque en algún momento de su vida anheló ser sacerdote, Carlos Martínez abandonó sus estudios en el seminario San José de Montellano para encaminar sus esfuerzos hacia el béisbol de las Grandes Ligas.

“No ha sido fácil, pero ya soy un Grandes Ligas, siempre iluminado y encaminado por Dios”, dice el que está proyectado a ser el quinto lanzador abridor de los Cardenales de San Luis en la próxima temporada.

“Te confieso que quería ser sacerdote, y estuve en el seminario desde los 12 años de edad hasta casi cumplir los 16”, expone Martínez, de 23 años, durante una entrevista para HOY.

“Fui monaguillo en una parte de mi infancia y estaba decidido a ser sacerdote, pero el destino me tenía reservada otra función, que era la de ser pelotero”, sostiene.

El hecho de cumplir uno de sus sueños, como es el de llegar a las Grandes Ligas, se lo agradece a su tío Winston, a los entrenadores Johan Cid y Javier Martínez (El Burrito), así como a Ney Serrata, presidente de la Asociación de Béisbol de Puerto Plata.

“Pero quiero dejar claramente establecido que no me he apartado de los caminos de Dios y mantengo excelentes relaciones con la iglesia (católica)”, añade.

Martínez, orgullo del barrio Avispero de aquí, completó sus estudios del bachillerato, según confiesa.

Cuenta que antes de ingresar al seminario jugaba béisbol, hizo una pausa, para luego retomar una de sus pasiones, siempre motivado por el tío Winston, Johan y Javier.

“Originalmente me desempeñaba en la posición de siore, pero me plantaron que tenía mayor potencial como lanzador, cambio al que mi tío Winston se opuso radicalmente, pero Nelson Liriano (ex pelotero profesional nativo de Puerto Plata) y Johan lo convencieron de que me dejara probar como pitcher”, recuerda. Sostiene que mientras se desempeña como torpedero no recibió ninguna oferta de firma, situación que cambió desde que empezó a probar como pitcher.

A partir de entonces recibió múltiples y varias ofertas.