Carnaval brasileño al estilo Costelao

Carnaval brasileño al estilo Costelao

La sensación de estar en Brasil presenciando en primera fila el carnaval de Río, con cada minuto transcurrido parecía ser más real. Esa era la intención de Walter Saraiva, propietario del restaurante Costelao Gran Rodizio, quien organizó un encuentro para que sus invitados disfrutaran de la magia de esta celebración artístico cultural que cada febrero viste de fiesta a la nación carioca.

Para transmitir esas emociones, en la parte frontal del restaurante, ubicado en la calle La Atarazana Nº 19 de la Zona Colonial, fue colocada una pantalla gigante, donde por varias horas los presentes observaron las imágenes de uno de los desfiles de carnaval más famosos del mundo: el de Río.

Allí, cobijados por un hermoso cielo y rodeados de varias edificaciones de la cinco veces centenaria Ciudad Colonial –donde soplaba una suave brisa–, pudimos ver que todos, a su llegada, quedaban sencillamente atraídos por el sonido de la samba, hasta el punto de que sin saber dar los pasos muchos se atrevían a darlos.

Cabe destacar que este encuentro contó con la presencia del embajador de Brasil, Ronaldo Edgar Dunlop, quien disfrutó junto a los anfitriones e invitados cada minuto de esta fiesta carnavalesca.

Para hacer más real la celebración, también hubo música en vivo a cargo de Tadeu Di Marco, y un espectáculo de bailes propios de los cariocas, atracciones que hicieron sentir muy bien a los presentes, a quienes en todo momento se les vio aplaudir alegremente.

También tuvieron la oportunidad de degustar el famoso rodizio de 16 tipos de carnes (piahna, alitas de pollo, pechuga de pollo envueltas en tocineta, codorniz, costillitas, filete de cerdo y res, corazón de pollo), así como del caipirihna, bebida tradicional de Brasil.

En esta fiesta la diversión no tuvo fin, pues además hubo un concurso en que la pareja que tuvo el disfraz más alegre y hermoso ganó un fin de semana en un resort, una cena para una persona y botella de cachaza, materia prima extraída del bagazo de la caña con la que se hace la caipirihna.

Hasta pasada la 1:00 de la madrugada se extendió la fiesta, donde los presentes se sentían tan a gusto que no querían que terminara.

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